lunes, 26 de junio de 2017

COSAS DEL CAMPO Y LA CIUDAD.

Por los años 60, voy un día con mi grabador winco, a la casa de un compañero de trabajo, que vivía a unas 15 cuadras de casa, en el suburbano noroeste.

En su casa estaba de visita una sobrina que tendría 17 años, que vivía en un pueblo cercano a Pergamino. Presentación, grabado de discos, charlas y la esposa de mi compañero me “induce” a llevar a la joven al cine, al día siguiente. Se acepta.

La voy a buscar, tomamos el Urquiza eléctrico, y luego el subte. Bajamos en el centro de Buenos Aires, recorrido que hacía todos los días para ir a trabajar, o sea bien conocido. Caminamos por el andén hasta la escalera y yo casi automáticamente me subí a la misma, mientras seguía hablando……..por la mitad del recorrido, observo que mi compañera no estaba….y yo subía solo y hablando!!!!!. La chica se había quedado abajo, absorta mirando los escalones que se movían y subían…..no se atrevía a ingresar a la mecánica!!!. Tuve que salir, retroceder y regresar por la bajada hasta encontrarla. Luego de darle una seria de instrucciones, logré que subiera y triunfalmente llegamos a la cima.

Tiempo después, fui a visitarla. Al día siguiente de estar en su casa, toda la familia reunida, salimos en varios vehículos hacia las vías del tren, que pasaba cerca, a buscar unos yuyos y piedras. De repente todos estaban del otro lado del alambrado, hasta su abuela!, y yo, mirando el alambre pensando como se hace para pasar del otro lado!!!!. Obvio me tuvieron que ayudar.

En definitiva la escalera mecánica y el alambrado de las vías resultaron la misma cosa, obstáculos difíciles para las personas que no están acostumbradas a usarlos o sortearlos.

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