Por los años 60, voy un día con mi grabador winco, a la casa
de un compañero de trabajo, que vivía a unas 15 cuadras de casa, en
el suburbano noroeste.
En su casa estaba de visita una sobrina que tendría 17 años, que
vivía en un pueblo cercano a Pergamino. Presentación, grabado de
discos, charlas y la esposa de mi compañero me “induce” a llevar
a la joven al cine, al día siguiente. Se acepta.
La voy a buscar, tomamos el Urquiza eléctrico, y luego el subte.
Bajamos en el centro de Buenos Aires, recorrido que hacía todos los
días para ir a trabajar, o sea bien conocido. Caminamos por el andén
hasta la escalera y yo casi automáticamente me subí a la misma,
mientras seguía hablando……..por la mitad del recorrido, observo
que mi compañera no estaba….y yo subía solo y hablando!!!!!. La
chica se había quedado abajo, absorta mirando los escalones que se
movían y subían…..no se atrevía a ingresar a la mecánica!!!. Tuve
que salir, retroceder y regresar por la bajada hasta encontrarla.
Luego de darle una seria de instrucciones, logré que subiera y
triunfalmente llegamos a la cima.
Tiempo después, fui a visitarla. Al día siguiente de estar en su
casa, toda la familia reunida, salimos en varios vehículos hacia las
vías del tren, que pasaba cerca, a buscar unos yuyos y piedras. De
repente todos estaban del otro lado del alambrado, hasta su abuela!, y
yo, mirando el alambre pensando como se hace para pasar del otro
lado!!!!. Obvio me tuvieron que ayudar.
En definitiva la escalera mecánica y el alambrado de las vías
resultaron la misma cosa, obstáculos difíciles para las personas
que no están acostumbradas a usarlos o sortearlos.
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