sábado, 17 de junio de 2017

EL SR. PELOSSI, UN PELUQUERO DE BARRIO.

Por los años 60 concurría a la peluquería del Sr. Pelossi, sobre la calle Santos Vega, en la localidad de Villa Bosch, pueblo nacido del loteo de la estancia Bosch, sobre las vías del ferrocarril general Urquiza, con su estación del mismo nombre. Recuerdo vagamente su apellido, por lo que ahora lo nombro solamente como “Pelossi”.

El hombre era argentino de padres italianos, y tenía para contar, mientras atendía a sus clientes, muchas historias, casi todas de sus vivencias en la segunda guerra mundial, en Europa.

Y yo como erá ávido de esos relatos cada vez que concurría a solicitar sus servicios, le pedía que me cuente sus vivencias, única forma de poder sentir lo que había pasado en la guerra, historias que por esa época no se podían adquirir de otra forma, en mi casa no había aparato de televisión, y solamente lo que sabíamos era que por los 40-45 había existido una gran contienda internacional.

Seguidamente escribo sobre algunas situaciones que éste hombre vivió en su participación en dicha guerra.

El Sr Pelossi era argentino pero su padre quería que éste conociera su tierra original, Italia, a sus parientes, la forma de la vida allí, que siguiera aprendiendo el oficio de peluquero, que heredaba del mismo, etc. Y su padre lo envío a Italia, antes que empiece la segunda guerra mundial, a pesar que el hijo no quería ir.

Estando en Italia, empezó la contienda, y nuestro amigo quiso volverse, pero fue convocado al servicio militar, del que no pudo safar, atento un acuerdo internacional entre Argentina e Italia, según contaba, y en poco tiempo integraba el ejercito italiano.

Su regimiento fue enviado al África, y allí estuvo mucho tiempo, donde lo que recordaba era que avanzaban constantemente tomando aldeas, donde generalmente solamente quedaban mujeres, niños y ancianos.

Luego fue enviado con su regimiento al continente, más precisamente al frente ruso. En una gran batalla su regimiento quedó entre las fuerzas rusas y las alemanas, el contaba que nadie quería pelear, y si avanzaban los mataban los rusos y si retrocedían lo hacían los alemanes. Casi todos sus compañeros murieron y él quedo enterrado entre restos de soldados muertos, donde fue localizado por fuerzas rusas. Y se convirtió en prisionero de guerra.

Fue enviado a los campos de prisioneros en Siberia, donde tenían que trabajar haciendo los terraplenes y el tendido de las vías del tren transiberiano?. El frío era tan intenso que estaban los prisioneros trabajando solamente menos de 10 minutos y luego 15, cerca de las hogueras que se prendían con los restos de los árboles que se cortaban.

Vivían en barracas móviles, que iban transportando a medida que avanzaban las vías, dormían sobre el suelo. Los prisioneros eran hombres y mujeres de distintas nacionalidades, incluso rusos.

Sobrevivir, era por ejemplo, el poder despertarse entre los primeros que lo podían hacer, para revisar quienes habían muerto, para poder apropiarse de las cosas de los mismos, principalmente su ropa y calzado. Pero no había que tomar cosas muy buenas, porque sino, luego en las formaciones les eran quitadas por los guardias, que se parecían a los prisioneros, pero tenían armas y eran los primeros que se alimentaban.

Los que mejor estaban eran llevados a portear los pocos insumos y alimentos que algunas veces llegaban por tren. Estos prisioneros tenían escondido entre sus ropas unas espinas grandes y huecas en su interior. Cuando portaban alguna bolsa con harinas, usaban disimuladamente esas espinas para clavarlas en las bolsas y poder extraer algunos gramos del cereal, para su alimento. Nunca era mas que una cucharada, pero peor era nada!!!

Pelossi siempre había conservado sus herramientas, algunos peines, una tijera, una máquina cero, y por ello fue enviado a trabajar en la barraca de “limpieza corporal”. Allí entraban los prisioneros, hombres y mujeres, cada un mes aproximadamente, se tenían que quitar sus ropas que eran colocadas en grandes claves, donde por calor se mataban todos los parásitos que portaban, luego entraban a las duchas, y al salir los peluqueros, entre ellos Polissi, les cortaban el cabello y otros pelos, incluidos los de los genitales. Siempre decía que su profesión le salvó la vida.

Un día los llevaron a un tren, los encerraron en vagones de carga, y los transportaron, no recordando cuanto tiempo ni hacia adonde, ni porque. Solamente se habrían las puertas cada tanto para que se tiraran de los vagones, los cadáveres de los compañeros muertos.

Un día el tren paró y desaparecieron los guardias. Gente del lugar rompió los candados y pudieron bajar. Estaban libres y allí se enteraron que la guerra hacia varios meses que había terminado!!!.

Pelossi deambuló por vaya a saber que territorios o países y luego de varios meses pudo llegar a un puerto sobre el mediterráneo, donde consiguio contratarse en un barco carguero que venía para América del sur, como carbonero. En todo el viaje nunca pudo subir a cubierta, siempre en el sudoroso y agobiante calor de las sentinas del barco, donde estaban sus calderas, paleando el necesario carbón para que este funcione.

Y viajando llegó a Buenos Aires, y se fue a vivir a Villa Bosch, donde puso su peluquería de barrio.

Más tarde cambié de peluquería, ya empezaban a florecer los cortes de cabello con navaja……
Hoy, tantos años después todavía resuenan en mis recuerdos sus asombrosas y terribles experiencias.



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