sábado, 10 de junio de 2017

EL CASAMIENTO QUE NO FUE, PERO PERDURÓ!!!

Al personaje de esta historia lo vamos a llamar “José”.

José estaba separado de su primer esposa, una muy hermosa chica, pero que le gustaba una vida de diversión y nada de vida hogareña. Se separaron el día que José la fue a buscar a un boliche nocturno. En la época del 70 esta situación no era “normal”.

Luego de un tiempo, José conoció a otra chica, se enamoraron y pensaron en vivir juntos, pero por esa época no había divorcios legales. José le contó a su nueva pareja toda su historia. Pero esa historia no era posible contarla a los familiares de la nueva compañera.

La situación fue llevada al núcleo de los amigos suyos, del trabajo, e inmediatamente se empezó a buscar una solución.

Y se casaron por Civil, en un registro civil de la capital argentina.
Juez, escritorio de roble europeo, impresionante sillón de cuero, típicos cuatros nacionales en las paredes, arañas luminosas de techo, relucientes, testigos, invitados, fotógrafo, limusina, empleados del registro impecables y acordes con lo que uno puede pensar que serían, etc. Lo único la hora, algo inusual para un casamiento por civil “normal”, pero bien justificado por los novios (un amigo del novio era muy conocido del Sr. Juez?? y como todos los turnos estaban ocupados, asedió a otorgar uno fuera del horario habitual…….)

La ceremonia fue un éxito. Llegaron los novios en la lujosa limusina, impecablemente vestidos, ingresaron al salón, donde estaban los testigos, parientes y amigos. Los recibió el ayudante del Juez, los llevó al salón principal, donde el Sr. Juez los casó, luego los recién casados saludaron a todos en el amplio patio del registro y se retiraron bajo una impresionante lluvia de arroz e infinidad de flashes del fotógrafo oficial.

El Juez y su ayudantes eran del servicio de recepción de nuestra Cía., gente habituada a las ceremonias, los testigos dos empleados compañeros de trabajo del novio, como también los familiares del novio, el fotógrafo, el oficial del trabajo, la limusina aportada por un tallerista amigo, que en ese momento tenía el ampuloso auto reparando en su taller, mostradores, escritorio, sillones, cuadros, del negocio de antigüedades del padre de otro empleado, y los vecinos del barrio en la vereda presenciando la inusitada boda y dando crédito al acontecimiento la ampulosa placa identificadora del Registro Civil, bien lustrada para la ocasión.

Pero el ingreso al Registro Civil, era por la puerta derecha, y todos ingresaron por la izquierda, que era la casa de un gerente amigo del novio…….


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