Por los años 60 concurría a
la peluquería del Sr. Pelossi, sobre la calle Santos Vega, en la
localidad de Villa Bosch, pueblo nacido del loteo de la estancia
Bosch, sobre las vías del ferrocarril general Urquiza, con su
estación del mismo nombre. Recuerdo vagamente su apellido, por lo
que ahora lo nombro solamente como “Pelossi”.
El hombre era argentino de
padres italianos, y tenía para contar, mientras atendía a sus
clientes, muchas historias, casi todas de sus vivencias en la segunda
guerra mundial, en Europa.
Y yo como erá ávido de esos
relatos cada vez que concurría a solicitar sus servicios, le pedía
que me cuente sus vivencias, única forma de poder sentir lo que
había pasado en la guerra, historias que por esa época no se podían
adquirir de otra forma, en mi casa no había aparato de televisión,
y solamente lo que sabíamos era que por los 40-45 había existido
una gran contienda internacional.
Seguidamente escribo sobre
algunas situaciones que éste hombre vivió en su participación en
dicha guerra.
El Sr Pelossi era argentino
pero su padre quería que éste conociera su tierra original, Italia,
a sus parientes, la forma de la vida allí, que siguiera aprendiendo
el oficio de peluquero, que heredaba del mismo, etc. Y su padre lo
envío a Italia, antes que empiece la segunda guerra mundial, a pesar
que el hijo no quería ir.
Estando en Italia, empezó la
contienda, y nuestro amigo quiso volverse, pero fue convocado al
servicio militar, del que no pudo safar, atento un acuerdo
internacional entre Argentina e Italia, según contaba, y en poco
tiempo integraba el ejercito italiano.
Su regimiento fue enviado al
África, y allí estuvo mucho tiempo, donde lo que recordaba era que
avanzaban constantemente tomando aldeas, donde generalmente solamente
quedaban mujeres, niños y ancianos.
Luego fue enviado con su
regimiento al continente, más precisamente al frente ruso. En una
gran batalla su regimiento quedó entre las fuerzas rusas y las
alemanas, el contaba que nadie quería pelear, y si avanzaban los
mataban los rusos y si retrocedían lo hacían los alemanes. Casi
todos sus compañeros murieron y él quedo enterrado entre restos de
soldados muertos, donde fue localizado por fuerzas rusas. Y se
convirtió en prisionero de guerra.
Fue enviado a los campos de
prisioneros en Siberia, donde tenían que trabajar haciendo los
terraplenes y el tendido de las vías del tren transiberiano?. El
frío era tan intenso que estaban los prisioneros trabajando
solamente menos de 10 minutos y luego 15, cerca de las hogueras que
se prendían con los restos de los árboles que se cortaban.
Vivían en barracas móviles,
que iban transportando a medida que avanzaban las vías, dormían
sobre el suelo. Los prisioneros eran hombres y mujeres de distintas
nacionalidades, incluso rusos.
Sobrevivir, era por ejemplo, el
poder despertarse entre los primeros que lo podían hacer, para
revisar quienes habían muerto, para poder apropiarse de las cosas de
los mismos, principalmente su ropa y calzado. Pero no había que
tomar cosas muy buenas, porque sino, luego en las formaciones les
eran quitadas por los guardias, que se parecían a los prisioneros,
pero tenían armas y eran los primeros que se alimentaban.
Los que mejor estaban eran
llevados a portear los pocos insumos y alimentos que algunas veces
llegaban por tren. Estos prisioneros tenían escondido entre sus
ropas unas espinas grandes y huecas en su interior. Cuando portaban
alguna bolsa con harinas, usaban disimuladamente esas espinas para
clavarlas en las bolsas y poder extraer algunos gramos del cereal,
para su alimento. Nunca era mas que una cucharada, pero peor era
nada!!!
Pelossi siempre había
conservado sus herramientas, algunos peines, una tijera, una máquina
cero, y por ello fue enviado a trabajar en la barraca de “limpieza
corporal”. Allí entraban los prisioneros, hombres y mujeres, cada
un mes aproximadamente, se tenían que quitar sus ropas que eran
colocadas en grandes claves, donde por calor se mataban todos los
parásitos que portaban, luego entraban a las duchas, y al salir los
peluqueros, entre ellos Polissi, les cortaban el cabello y otros
pelos, incluidos los de los genitales. Siempre decía que su
profesión le salvó la vida.
Un día los llevaron a un tren,
los encerraron en vagones de carga, y los transportaron, no
recordando cuanto tiempo ni hacia adonde, ni porque. Solamente se
habrían las puertas cada tanto para que se tiraran de los vagones,
los cadáveres de los compañeros muertos.
Un día el tren paró y
desaparecieron los guardias. Gente del lugar rompió los candados y
pudieron bajar. Estaban libres y allí se enteraron que la guerra
hacia varios meses que había terminado!!!.
Pelossi deambuló por vaya a
saber que territorios o países y luego de varios meses pudo llegar a
un puerto sobre el mediterráneo, donde consiguio contratarse en un
barco carguero que venía para América del sur, como carbonero. En
todo el viaje nunca pudo subir a cubierta, siempre en el sudoroso y
agobiante calor de las sentinas del barco, donde estaban sus
calderas, paleando el necesario carbón para que este funcione.
Y viajando llegó a Buenos
Aires, y se fue a vivir a Villa Bosch, donde puso su peluquería de
barrio.
Más tarde cambié de
peluquería, ya empezaban a florecer los cortes de cabello con
navaja……
Hoy, tantos años después
todavía resuenan en mis recuerdos sus asombrosas y terribles
experiencias.