Mi Abuela María, que se fue hace unos cuantos años, casi al cumplir los 100, a la que recuerdo con gran cariño, y que solamente me da bronca no haber charlado mucho más con ella, aunque a veces era muy difícil sacarle algo, de su extensa vida y de otras anécdotas que halla vivido, así y todo quedan en mi memoria algunas de sus historias. Solamente y mucho lamento no haber escrito todas esas historias, hoy seguramente las podría escribir sin olvidad alguna.
Caminábamos por la calle San Eduardo, hoy Aranguren, del barrio de Caballito, cerca de su casa, y de pronto la abuela tomándome del brazo, me obliga a cruzar la calle y seguir caminando por la vereda opuesta. Porque?........cállate!!! Solamente vi un hombre, bastante ajado por la vida, caminando lentamente, que lo hacia hacia nosotros........pero quien era??? El Cachafaz......otrora uno de sus pretendientes de veinteañera, y que se había enfrentado en duelo con mi abuelo (a mi abuelo no lo conocí). Y ella luego de mas de 60 años no quería saber nada con ese hombre!!!
Agosto: Llegaban los agostos, de todos los años, y era muy difícil ver parada a mi abuela, siempre estaba acostada, en su cama, bien tapada, con su bolsa de agua caliente que sus hijas le alcanzaban, con la “taza” debajo de la cama, como para no ir al baño, y así pasaba todo el mes!!!!........hasta que un día me atreví a preguntarle: Por qué?......pacientemente me contesto “en agosto se enferma y se muere la gente, yo quiero vivir”!!!!!!!!
Navidad y Año nuevo, todos, los pasábamos en su casa, éramos cerca de 30 parientes, siempre los mismos. Y todos los años esperábamos sus ravioles, que se comían el 25 o el 1ro a los mediodías. Mi mama me mandaba unos días antes, ya terminada mi escuela, para ayudarla. Anda a lo de Don Mario el carnicero, y reserva un kilo de .......cinco de pesceto, tres de salchicha criolla, y decile que es para doña María, la de la mitad de cuadra, no las otras......Anda al almacén y reserva cinco cinzanos, un fernet, y tanto de soda de medio litro.........anda a la carbonería y decile a Don Pedro que me reserve una barra de hielo para el 24 y otra para el 31.......esa era mi ayuda la de “mensajero”.
El duelo. Ya estaba casada mi abuela, con el abuelo Juan. Este último se entera, por sus amigos, que el Cachafás le tenía puesto el ojo a la María. Esta ni se daba por aludida, pero de algún modo estaba enterada de las intenciones del nombrado!!!! Es así que una noche Juan se ordena a su esposa, ponerse el mejor traje, los mejores zapatos y que se prepare para acompañarlo.....No juan yo no quiero ir!!!!!!.......Ud. hace lo que le ordeno. Salieron bien tarde y fueron hasta “la casa de bailes”. Llegaron y busco Juan una mesa, para acomodar a su vera a su esposa, quien sufría terriblemente, porque se imaginaba lo que vendría. Y también los concurrentes al baile, a saber por sus actitudes. Se levanta juan y le dice a María, “Cuando venga el que Ud. sabe y la saque a bailar, Ud. va”.......”No juan, yo no quiero....”, “Silencio”......Y cayo el Cachafás y la saca a bailar a la abuela........No tardó en presentarse su marido e inmediatamente desafío a duelo a cuchillo, al Cacha. Se fueron a los fondos.........luego de un largo rato, apareció Juan y la llevó de nuevo a la casa. Nunca supo mi abuela del resultado de la lucha, pero el abuelo salió sin daños......y el Cachafás, morir no murió, porque 60 años después lo vimos por las calles del barrio caminando, pero nunca se acercó más a mi abuela!!!!!!.
Quiniela. Siempre mi abuela se guardaba algunas chirolas, tal vez 5, 10 o quince centavos, vueltos de alguna compra. Ella vivía con un hijo soltero, el tío Cacho, que bancaba todos los gastos. A veces me mandaba hasta el almacén, que estaba a unas casas hacia la avda. Parral o a la carnicería que estaba casi esquina dicha avenida, para jugar algún numerito. No le digas nada a nadie, me decía. Y muchas veces ganaba algún dinerillo. Su número favorito era el 24. Jugaba sus números generalmente por los sueños que tenía en la noche anterior.
Hijos. La abuela tuvo 5 hijos. Una niña había fallecido de pequeña. Sus cenizas estaban en un cuidado cofre que guardaba en una mesita de luz, al lado de su cama, y que nunca me atrevía a tocar.......bueno ni siquiera mirar. Tenía un hijo, soltero que se casó luego de muy grande, y tres hijas mujeres. Todas aprendieron a leer y escribir. Las dos mayores, que eran mi madre y la tía Elena, cuando estaban en el primer o segundo año de la primaria, el padre las llamó y dándoles un diario les dijo “Lean”.......bueno ahora escriban lo que les digo.........Bien entonces ya saben leer y escribir, desde mañana no van más a la escuela, se dedican a ayudar en la casa y a trabajar. Mi tía aprendió costura y se dedico a ser “pantalonera”, oficio de la que era muy buena, y mi mamá la ayudaba con las costuras mas simples y de terminación interior. Entre otros lados trabajó para Gath y Chaves, en su sección trajes. Mi tío ingreso en la “Nacional” a los 14 años, como cadete, y allí trabajó hasta su jubilación a los 60 años. Mi tía Lula, la mas chica tuvo mas suerte y termino el secundario en una escuela taller, de Costura y Confección, creo que la escuela estaba por la zona del Botánico, y según mi mama fue una muy buena alumna, principalmente se distinguió en bordados.
Andrés. Era hermano de mi abuelo, hoy sería un playboy. Luego de la muerte de mi abuelo, visitaba a mi abuela, le dejaba algún dinerillo, y se quedaba a tomar mate, cómo escusa. Contaba mi mama que siempre llegaba el tío Andrés y le pedía a María que sebe algunos mates, pero como sabía que nunca había yerba ni azúcar, antes la mandaba a mi mama al almacén a comprar algo de yerba y azúcar, suelta, no mucha cómo para “no insultar” la pobreza de María. Recordaba mi vieja que le daba 20 o 30 centavos, que era suficiente para esa época y a veces para recibir alguna golosina extra......
Seguirán los chismes!!!!!!!....................