Contaba mi mamá ésta historia de los años de su niñez (tal vez
1924).
Ella vivía en la zona de Caballito, ciudad de Bs. As. En una casa
conventillo de la época, junto con sus padres y sus tres hermanos.
Estaba ella jugando en el largo pasillo tipo galería, que corría
paralelo a las inmensas habitaciones, dormitorios y/o comedores,
según la ocasión. La puerta de calle estaba abierta.
Un hombre se detiene frente a la puerta abierta y le habla a mi mamá:
“Está tu padre?”, ella se asusta y sale corriendo hacia el
fondo, donde estaba la cocina, y su papá, empezando a comer, previo
concurrir a su trabajo, era policía.
El padre ve la escena, y le dice autoritariamente a su hija :”Vaya
y pregunte que quiere ese hombre?”, va mi mamá y vuelve diciendo:
“El señor dice que tiene hambre y si le puede dar un plato de
comida!!!”. “Dígale que entre”, fue su respuesta.
Se acercó el desconocido hasta la comida y mi abuelo lo invita a
sentarse a la mesa y le dice:”Solamente le puedo ofrecer un plato
de sopa, es lo único que hay para almorzar hoy!!!”. “Si Señor,
gracias muy amable, tengo mucho hambre!!!”.
Mi abuela le alcanza al invitado un plato de caliente sopa de
verduras con algunos fideos, y mi abuelo, al que nunca conocí, le da
un pedazo de su pan.
Toma toda la sopa y agradece, el desconocido. Se levanta y pide
permiso para retirarse. “Espere”, mi abuelo, tómese y comparta
este único vaso de vino conmigo”…..
“No Señor, es suficiente con su excelente y caliente plato de
sopa, para saciar mi hambre!!!, el vino no es una necesidad para mi,
y tampoco quiero, si lo acepto, faltar a mi pedido, muchas gracias, y
adiós…..”
Según mi mamá nunca lo volvieron a ver, pero la anédocta siempre
quedó en el corazón de mi madre, que pacientemente y sabiamente
siempre me la repetía!!!
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