miércoles, 20 de septiembre de 2017

SIEMPRE HUBO QUE CUIDAR A NUESTROS NIÑOS

Mi mamá junto a sus padres y hermanos, vivían en Caballito, ciudad de Buenos Aires. Calle San Eduardo, entre Parral y Colpayo. En sus lejanos años de niñez, por el medio de Parral, pasaba un arroyo o acequia grande, por sus costados a última hora de la tarde, pasaban los grandes carretones que desde la zona del Oeste, traían las verduras, hacia el mercado del Abasto.

Solían ir los chichuelos de esa época, a la Parral, para ver si de los carros que pasaban, se caía alguna verdura o si algún carrero generoso tiraba algo, que algunos agraciados juntaban. Eran tiempos difíciles, económicos, y cualquier verdura sería bienvenida en cualquier casa.

Pero, había que tener un cuidado especial, no había que acercarse demasiado a los carros, había algunos carreros que tomaban a los chicos para divertirse o para ser deshonestos. Así se les advertía a los pequeños.

Mi mamá no creía estrictamente en esa recomendación de los padres pero un día estaba muy cerca del camino y un conductor, le mostró un hermoso y grande coliflor, diciéndole: “Vení nena, vení y toma éste hermoso coliflor!!!”, los carreros no podían dejar su carro, por eso los llamaban. Me contaba mi mamá, que dio un pasa adelante, pero enseguida le vino a su mente, las recomendaciones, y salió corriendo de allí cerca y se escondió rápidamente en su casa……..y nunca más fue a la esquina a buscar verduras……...

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