La Majadita se encuentra a 7 kilómetros de la ciudad de San Agustín del Fértil, en la provincia de San Juan.
San Agustín está sobre la ruta provincial nro. 510, que nace en la nacional 141. Sobre esta ruta se encuentran las poblaciones de Astica, Las Tumanas, Usno, Los Baldecitos, donde nace la ruta nacional 150 que nos puede llevar hasta Patquia, en La Rioja o recorriendo 17 kilómetros poder ingresar al Parque Provincial y Natural Ischigualasto (conocido mundialmente como Valle de la Luna), lugar histórico Nacional y Sitio Arqueológico, Paleontológico y Ecológico, siguiendo por la 510 se llega a la población de Villa Unión (La Rioja), pasando por otro parque de renombre: PN Talampaya.
Si uno ingresa por la ruta 141 desde la ciudad de San Juan al recorrer el kilómetro 64 nos encontraremos con el Santuario de la Difunta Correa.
En San Agustín encontraremos lugar para pernoctar en hoteles y camping. Nosotros nos encontrábamos acampando en el ex – camping del ACA, al costado del lago artificial. Y decidimos realizar la caminata a La Majadita, por el camino de autos, de ripio, que va paralelo al río pasando a través de siete badenes de una margen a la otra. No fuimos en auto pues el río estaba muy crecido y los badenes tenían mucha agua y no nos permitirían pasar con seguridad. El camino corre encerrado en gran parte de su recorrido por una tupida vegetación donde abundan los árboles y arbustos con pronunciados pinches, típicos de ésta zona. Durante el recorrido nos hemos cruzado con muchos vecinos de los lugares por donde éste corre, dándonos una sensación de gran cantidad de población. En realidad es el único camino por donde se puede transitar desde La Majadita y su zona de influencia hasta San Agustín, además que cómo el río estaba crecido el único medio de transporte para ese día eran nuestros “pies”.
Nos resultó gracioso comprobar que nosotros en cada badén, parábamos y nos quitábamos nuestro calzado de trekking y las medias, mientras que los lugareños pasaban directamente por ellos, sin detenerse, con lo que nos sacaban mucha distancia los que iban en nuestra misma dirección, siendo su secreto el que usaban alpargatas con suela de goma, por lo que podían cruzar sin descalzarse.
Llegamos a La Majadita, un típico caserío del interior, con solamente una calle principal, a cuyos costados se levantan todas las casas del mismo. Con modesta iglesia, corralón municipal, escuela y dispensario de Salud.
Lo primero que experimentamos un riquísimo aroma a pan casero, que por supuesto adquirimos, vendido en un pintoresco “ramos generales”, negocio de apenas unos 10 metros cuadrados, de techo bajo, piso de tierra y mesas y bancos de precaria construcción.
Visitamos también la casa de un conocido tallador de madera de la zona, que tiene su taller prácticamente a cielo abierto y guarda sus herramientas en un tinglado que más parece un cobertizo que un lugar de guarda, pero que evidentemente también es lugar de refugio de sus escasos animales.
En definitiva una hermosa excursión de medio día y 15 kilómetros.
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