viernes, 8 de julio de 2022

Escalada al volcán Lanín (1998), homenaje a Roberto Flores, nuestro guía.

 La montaña mágica de los Mapuches.
Para algunos significa “Roca Muerta”, para otros “Sumergido en cenizas”.

Dame bienestar,
Tomemos mate juntos.
OH, Viejo Creador de gente;
OH, Viejo Creador.
Tú posees la vida,
OH, Viejo Creador Fecundo,
Viejo Creador Fecundo.
Tomemos mate juntos, dijo.
Dame comida.
Invitación a Nguenechén, Rogativa de Rosa Prafil, mapuche.
Nguenechén es la principal deidad en la cosmogonía mapuche. Es el dueño y dominador de la gente.

El P.N. Lanín, de 379.000 ha. creado en el año 1937, se encuentra ubicado en el suroeste de la provincia de Neuquen, y fue creado para proteger un sector del bosque andino-patagónico, donde predominan ejemplares de ñire y lenga. Además en el parque se encuentra una comunidad boscosa constituida por pehuenes, cuya semilla, el piñón, es rica en proteínas e hidratos de carbono y que constituyo (y lo sigue haciendo) parte importante de la dieta de la comunidad mapuche de la zona.
En el parque se encuentra el volcán Lanín de 3776 metros sobre el nivel del mar.

Todos alguna vez soñamos con ser verdaderamente libres. El montañismo es la excusa. Y nuestra excusa así empezó:

1-La primer vez que fuimos al Lanín (Leticia, y yo) lo hicimos de “elegante sport”, y así nos fue. El guardaparque nos autorizó para llegar solamente hasta uno de los dos refugios existentes. Salimos no muy temprano con un hermoso día, sin nubes y muy soleado. A las seis horas de trepada, y a unos 100 metros del refugio: OH!!!!!!, que lindo “honguito” había formado una nube, sobre la cumbre del volcán!, parecía inofensivo, frágil, humilde, pero bajó rápidamente y en pocos minutos una espesa niebla tapó la ladera por donde subíamos, no permitiéndonos ver más allá del metro, alrededor de nosotros. Perdimos el rumbo al refugio, y en vez de buscar reparo sobre las rocas del lugar, que por ser grandes nos hubiesen ayudado a sortear la eminente tormenta, intentamos bajar. Y también perdimos el sendero. Empezó a soplar un fuerte viento del lado del pacífico y a llover copiosamente. En medio de la tormenta, un relámpago iluminó nuestro camino, y allí nos dimos cuenta que estábamos parados sobre una peligrosa canaleta, que bajaba abruptamente hacia la base, casi en el límite con Chile. Nos quedamos un rato quietos, sin atrevernos a avanzar más, por ese peligro lugar. Un nuevo relámpago nos mostró una enorme piedra, casi cuadrada, que se encontraba a unos metros de nosotros. Con temor nos acércanos, llegamos y nos colocamos de forma que nuestras espaldas dieran contra la roca y nuestros pies hacia abajo. Cómo teníamos una soga, nos atamos a la roca. Para ese entonces el aguacero era intenso. Nos tapamos con los aislantes. El fuerte viento hacia rodar muchas piedras que pasaban rápidamente por nuestro alrededor, haciendo un extraño y desalentador ruido, las que golpeaban sobre el otro lado de la roca, a la que estábamos sujetos. Luego de unas cuantas horas, paró un poco la lluvia y el viento. Tratamos de arreglar nuestra ropa. En un descuido la mochila de Leticia se fue por el tobogán, y enseguida desapareció de nuestras vistas. Por suerte en la mía, quedó el calentador. Lo prendimos, lo colocamos entre los dos, y empezamos a aspirar algo de aire caliente, que calmó algo el frío de la noche. A las tres cesó la lluvia y el viento y la tormenta se fue. Así de golpe.
Se limpió el cielo, salieron algunas estrellas. Abajo se veían las diminutas luces del puesto de gendarmería y el de la aduana. Y también unas lucecitas que de vez en cuando estallaban en la oscuridad, y que luego nos dijeron que eran unos turistas que estaban sacando fotos, dentro del bosque. Prendimos una luz química, comimos algunas frutas secas, nos dimos fuerzas, nos ayudamos a no dormirnos, porque ahora a la madrugada podía venir la helada, y si nos tomaba dormidos, podía tener para nosotros consecuencias muy graves. Pero, un disco rojo, no muy alto, se ubicó hacia el noreste, sobre el eje de los cerros que dan hacia Junín de los Andes, su luz nos cubrió tenuemente, y se quedó allí, hasta que apareció el sol, pensamos que era la luna, Marte o no se que otro astro. nos cobijó, secó nuestras ropas, y nos dejo ver uno de los más hermosos amaneceres de nuestras vidas.
Empezamos a bajar, por el costado del tobogán, que debería tener unos 1500 metros de largo, lleno de peligrosas piedras volcánicas, muy parecidas a la estructura de una piedra pómez. A unos doscientos metros más abajo recuperamos la mochila perdida. Ahora además de comida, también teníamos agua, ya que las cantimploras estaban en ella. Leticia se resbaló. Se lastimó su pierna derecha, en la parte trasera. Además de la lastimadura el roce con la roca le provocó una quemadura, que le llevó mucho tiempo curar. Al llegar a la base, nos alcanzó el guardaparques y un gendarme, que lo acompañaba. Nos habían ido a buscar. A las cinco de la tarde estábamos de nuevo en el campamento. Habían pasado treinta y dos horas. Perdimos un aislante, una rompevientos, una cantimplora, las gotas para mis ojos, mis anteojos de uso diario, se llevó una importante lastimadura Leticia y habíamos ganado una gran bronca, principalmente contra nosotros mismos. Salimos bien, pero a partir de ese momento volver a la montaña fue muy distinto. Principalmente aprendimos dos cosas. A la montaña se debe ir equipado como para afrontar los inconvenientes máximos y preparado física y mentalmente y, si la montaña quiere, entonces podremos ir, sino no.
Las montañas tienen vida y dentro de ella están las almas, de los que han decidido quedarse allí para siempre. Pasar por su terreno, nos exige solicitarles los correspondientes permisos y tratarla cómo se merece y exige, respetando todos sus códigos y aprendiendo a conocer sus reacciones e interpretar sus mensajes.
No mires a las montañas cómo simples rocas inertes, ellas viven.

Los abuelos se acordaban de eso, de que había dos Lanín acá. Uno era mucho más grande del que tenemos ahora. A ése no lo vimos, no lo alcanzamos a ver nosotros, pero nos lo contaron todo los abuelos: todo eso que había pasado antes acá, en esta zona de Aucapán.
Ese Lanín era muy peleador: como cuchillero. Hacía de todo: sacaba humo, tronaba, sacaba chispa, tormenta, agua, nevazón y derrumbe. Dicen que fue castigado por eso, y ahora quedó plano.
Era malo, tiraba piedras, hacia temblar la tierra, no vivía bien ni de día ni de noche, siempre sabia estar haciendo ruido. Bramando como vaca.
Nguenechén, nuestro Dios, lo castigó. Eso supimos nosotros, que nos lo vinieron a contar nuestros abuelos. Ahora hay un solo Lanín.
Nosotros no lo vimos. No sabemos cómo fue ese volcán.
Lanün se llamaba, porque se murió. Ese era el nombre de antes.
Narración de Felipe Rañinqueo. Mapuche.

2-La segunda vez. Cargamos el equipo en nuestro, todavía joven R-9, y partimos. Ahora teníamos la experiencia anterior y además Leticia había ya empezado con sus entrenamientos de montaña. Iríamos por la costa del Atlántico hasta Madryn y de allí derechito a escalarlo!!!.
Volcamos 30 kilómetros antes de llegar a Puerto Pirámides, por la ruta costera de ripio. Destrucción total. Cualquier detalle del rodado, pregúntele a Maxi Rodríguez.
Cómo anécdota, las dos botellas de licor, la lamparita de 12 volts, media docena de frescos huevos, seis botellas de agua mineral, tres de vino, nada. Varias latas con conservas, destruidas.
Como broche, cuando fui a la Comisaría a realizar la correspondiente exposición, frente a la misma, y formados con ropa de gala, media policía del Chubut, con banda y todo. Cambiaban al Comisario de la ciudad. ¡Venga el lunes señor, gracias!.

Dicen que hay una ciudad encantada en ese cerro, en el Lanín. Dicen que se ha visto gente. Había un ingeniero que porfiaba por subir al Lanín.
José Pérez, paisano viejo, le dijo a un muchacho:
--Vamos a ver, compañero, ¿ va a subir a ese tapado de nieve, ése que nunca seca? Compañero no va a aparecer más si va. Hay un pueblo adentro. Te dan calabozo si vas. La gente paisana decía así, ¿ Va a ser capaz de subir ese gringo?
Y el gringo porfiaba por subir. Y dicen que los dos y otro compañero fueron a subir. Ahí dicen que se enojó el cerro y que venia un viento muy fuerte y nevaba. Y caían. Andaban un paso y venía un soplido y caían otra vez. No los dejaba subir. Se resbalaban, se revolcaban y se perdían en la nieve. Se golpeaban por todas partes. Se cansaron, no se podían sujetar. De un soplido los mandó rodando y llegaron abajo. Entonces se les antoja recorrer toda la orilla. Ya había un puente. El gringo andaba cómo loco. Y entró, pasó ese puente. Se abrió como una boca y quedó allí adentro. Y el muchacho decía:
--Casi me tocó a mi también. Casi quedé adentro no más.
Se perdió el compañero. Y el viento siempre enojado los perseguía. Los dos que quedaron oyeron todo. Dicen que hablaba gente, toreaban los perros, bramaban como vacas y toros, relinchaban caballos. De todo se oía.
Dicen que ahí se ha perdido gente. Entran a ese pueblo y no vuelven más.
Dicen que a los años apareció el gringo. A los dos años se aparece la gente que ahí se ha quedado. Lo reconocieron, pero no habló nada. Todo blanquito, chupada la sangre. Los compañeros lo vieron al gringo. El les volvió la espalda y no se lo vio más.
Dicen que el Lanín se tragó a ese pueblo y que no va a aparecer más.
Narración de José Kilapán, mapuche vecino de Catán Lil, Neuquen.

3-Por tercera vez hacia la cumbre. Marzo de 1998. Salimos en nuestro auto, con la meta en el P.N. Lanín.
Primero una escala en el Parque Nacional Lihuel Calel, en la provincia de La Pampa, casi a medio camino.
Llegamos a Lihuel como a las 18 hrs. Viento norte muy cálido. Pasamos por la Seccional del parque para solicitar el correspondiente permiso y nos fuimos hacia la zona del camping. Dejamos el auto y, como lo primero es lo primero, fuimos para el sector de los baños.
---Cuidado cuando entren!!!,
nos dice la esposa del guardaparques, que escoba en mano, acababa de sacar una lampalagua del baño de las mujeres, recién se le cayo en la cabeza a una chica que estaba adentro.
---...........y ya les estoy sacando la yarará que se metió debajo de la vereda, miren.......por ese agujero!
---Si mi esposo no fuese el guardaparques no estaría acá con una escoba, sino con una pala, bien filosa,
en voz más baja, nos dijo al pasar a nuestro costado, portando la impresionante lampalagua. Luego del accidentado raid por las necesidades, plantamos la carpa, que cerramos herméticamente, no vaya a ser cosa que se meta la venenosa. Caminamos un rato, jugamos con los zorros, que casi mansamente se acercaban hasta nosotros por algo de comida, cenamos y a la cama, perdón a la bolsa de dormir, previo hacer una minuciosa revisada,
je-je, simplemente por las dudas.

A la mañana, luego del desayuno y de una pequeña trepada por un cerrito cercano, seguimos el viaje. Paramos un par de horas, en el PN Laguna Blanca, ya Neuquen. Seguimos y encaramos el paso de La Espina del Zorro, ya bien de noche armamos nuestra carpa a orillas del Lago Quillen. Desde aquí realizamos varias caminatas, cómo para ir entrando en tema, a Pudu-Pudu y al Lago Hui-Hui.
Visitamos el área de Curruhue, y nos fuimos para Hua Hum al oeste del Lago Lacar, donde acampamos. Seguimos y nos fuimos hasta Quila Quina, al sur del Lago Lacar, donde recorrimos el sendero El Cipresal, trepamos al TrenTrén, (Trentrén es la serpiente que representa el bien y que en el diluvio salvó a los mapuches) y para conocer nuestro alcance hicimos el treking hasta el Lago Escondido, que ida y vuelta nos llevó todo el día.
Seguimos por el Lago Paimun, donde acampamos detrás de la RocaMala.
Desde ese lugar se observa la cara sur de nuestro amigo, el Volcan Lanín. Existe una senda que llega hasta un refugio de montaña, desde donde se puede encarar la cumbre, pero es más difícil, porque posee mayores exigencias de escalada técnica, principalmente en hielo, teniendo la particularidad que en esa zona existen muchas grietas (en hielo) y peligros de derrumbe, además que requiere de mayor tiempo para la aproximación a su base. Por tal razón nosotros encararíamos el ascenso por la cara norte, o ruta normal.

Seguimos a Junín de los Andes. Ahora si empezaba el verdadero tiempo de nuestra expedición, nuestro tan ansiado objetivo, obtener su cumbre, disfrutando de su belleza y respectando sus secretos.
Luego de una larga recorrida, por La Intendencia de Parques Nacionales, la Asociación de Guías de Montaña, La Municipalidad de Junín de los Andes, el club Andino JA, y varias agencias de turismo, que ofrecen escaladas en la zona, no encontramos la buena onda que queríamos (ni el precio), para conseguir un guía, todos nos parecieron muy “comercializados” y fríos. Nos sentíamos desilusionados y desprotegidos.
Estábamos dando vueltas, ya con mucha bronca por no conseguir lo deseado, cuando vimos sobre la ruta, un negocio, cuyo cartel indicaba: “Guía de pesca, Camping y alquiler de equipos”. Conocimos a Willy, un bohemio, Luego de dos horas de charla y negociación, salimos con un guía, que todavía no conocíamos, y todo el equipo que nos faltaba: grampones, arneses, sujetadores y sogas. Muy convencidos que habíamos encontrado lo que necesitábamos. Con nuestro guía nos teníamos que encontrar en el Puesto Tromen, del Regimiento Infantería de Montaña de Junín, se llama Roberto Flores, nos dijo Willy.

Dicen que es un pino el árbol santo de la Cordillera. Todos cuando pasan a Chile, por el camino donde está ese árbol, tienen que dejar plata, alguna prendita, algo, porque si no le va a ir mal en el viaje.
Ese árbol está cerca de Junín, más para allá, por esa cruzada de Tromén o Lanín. Por ese volcán pasa la ruta que va a Chile.
El finado de mi papá decía que si el viajero no le dejaba nada a ese árbol le iba siempre mal. Si era pobre, tenía que dejar por lo menos una tira de trapo.,
Cayetano Antinilla. Mapuche.

El Pehuén es una conífera que alcanza los 40 metros de altura, su fruto es el piñón o ngilliú. Es un árbol de gran importancia religiosa y económica en la cultura mapuche.
Araucaria o araucana imbricata.

Nuestra madre del piñón
Nuestro padre del piñón
Que todos los años des abundantes piñones.
Volcan del piñón madre,
Volcan del piñón padre,
Volcán del piñón niña joven,
Volcán del piñón niño joven,
Ustedes han dado estos alimentos en esta tierra.
Que digan ellos,
Apoyando a los que están en la tierra,
Que no les falte el alimento,
Para no pasar hambre.
Rogativa. Ceferino Caitrú. Mapuche. Rucachorroy. Neuquen.
Rogativa (Nguillatún). Fiesta anual para la protección de las cosechas, los animales, etc.

Llegamos bien de tarde, armamos la carpa en un lugar permitido, detrás del edificio viejo de la Aduana Argentina, y al costado de la casa del Guardaparques, a quien previamente le habíamos solicitado el pertinente permiso. Y nos fuimos a buscar a Roberto.
Nos miró en silencio, sin hablar, mientras nosotros lo hacíamos. Mejor dicho le tirábamos palabras y frases. Tan emocionados que estábamos!!!
---Y Uds. Para que quieren ir?
Se nos heló la sangre.
---Y quieren hacer cumbre?
Silencio nuestro.
---Tienen experiencia?
Más silencio.
---Mire Flores, nosotros tenemos necesidad de escalar el volcán y hacer cumbre.
---Y?
---Venimos a buscar una respuesta, y solo él nos la puede brindar.
(Mucho silencio, miradas que estudian los rostros y se quieren meter dentro, entre él y nosotros dos)
---Que respuesta?
---Eso es nuestro.
---Respetan al volcán?
---SI
---SI
---Que equipo traen?
Le informamos.
---Cuándo quieren ir?
---Podemos mañana?
---Nos encontramos a las 9.
Dio media vuelta y se fue.
Que más, listo mañana partiremos.

LA ESCALADA:

Nos levantamos temprano. Desayunamos muy bien. Acomodamos el campamento. Desconecte la batería del auto, previo acomodarlo a mi gusto.
Preparamos las mochilas, constatando mediante la lista de elementos a llevar, que siempre hacemos, si todo estaba en orden. Cargamos las cantimploras y a las 9hrs. estábamos en el punto de reunión, el cartel que indica el comienzo de la senda.
Roberto llegó unos minutos después sin su mochila.
Empezamos mal, pensé. La miré a Leticia, estaba pálida.
---Tienen calentador?
---Un MSR con carga de bencina blanca.
---Vaya a buscarlo, antes de salir probé mi Coleman, y no lo puedo hacer arrancar. Y allá arriba lo necesitamos, si o si!!!, y si Uds. no tienen, no vamos.
---Bueno, voy a buscarlo.
---Funciona?
---Lo use anoche.
---Ah y otra cosa, el tiempo no está bueno. Hay muchas nubes por el oeste, y la presión está baja.
---Esperamos? Tenemos tres días de reserva.
---No, vamos ahora, Uds. llegaran a la cumbre.
---Porqué? (Inocente porque).
---Uds. se lo pidieron.......................

Partimos. Eran las 9.30 hrs del 11 de marzo de 1998.
Una hora nos llevo transitar por el bosque de lengas.
Estos primeros momentos son los que uno usa para controlar los anclajes de la mochila, si los zapatos están bien calzados, y si uno está bien físicamente.
Media hora cruzar el acarreo que dejó el glaciar, en su retirada, pura piedra suelta. Cerca el arroyo Turbio, último lugar para poder cargar agua.
Dos horas por la Espina del Pescado. Acá la senda corre por arriba de una loma, con leve ascenso, y que zigzaguea formando una “s” larga. Tendrá la senda unos 60 centímetros de ancho, y a los costados, casi nada, todo está allá abajo. Por suerte el viento avisa antes de toparse con uno, lo que le da tiempo a afianzarse en el corto bacón, no se olviden que en esos momentos juega en falso la mochila que llevamos en nuestras espaldas, porque le brinda mayor superficie a la ráfaga.
Los tres caminábamos en silencio. Desde que salimos intercambiamos unas pocas palabras. Nosotros íbamos con temor. Nuestro guía vigilando en demasía el clima.
Hicimos nuestra primera parada técnica.
Salimos de la Espina, tomamos el viejo camino de mulas, el más a la derecha en la bifurcación, antes de la Canaleta, y empezamos la trepada, luego seguimos por el nuevo trazado, bien marcado, en dirección al refugio del RIM 26. Este de color naranja ya era visible, por momentos.
Hay que realizar muchos zigzag en esta zona, porque se necesita ganar altura rápidamente.
A la media hora Roberto se detiene, y observa la cumbre.
Sonamos.........el honguito ya estaba formado. Otra tormenta nos manda el volcán!!!.
En pocos segundos pasan por mi mente todo lo anteriormente acontecido. Por su rostro, también Leticia debe estar pensando en lo mismo.
---Hay cóndores volando, verdad Flores? (Tratando de disimular)
---Si.
---Que hermoso vuelan, dice Leticia.
---Cuando los cóndores vuelan por debajo de los andinistas..............
(Silencio..........)
---Y, Roberto?
---Mejor que estos bajen........habrá tormenta.
---Que hacemos? (Para que nombré los cóndores?)
---Seguimos, vamos a llegar más rápido al refugio. Para retroceder hay que pasar por la Espina, y por allí no convine ir cuando hay tormenta.
---Hay otro camino?
---No.

A las 15.30 horas llegamos al refugio.
Había una patrulla militar, entonces tuvimos que esperar que lo desocupen. Estos chicos llevan muchas cosas, equipos de radio, camillas, artefactos de medición.
Entramos casi a las 17 hrs.

Lo primero para hacer, es ir a buscar agua al glaciar. A las 18 hrs. todo va a estar congelado. Sino, para obtener agua vamos a tener que calentar hielo.
A unos 100 metros del refugio, han colocado medio barril horizontalmente, donde termina la lengua de hielo, que recolecta el agua de deshielo, y con una manguera la llevaban hasta el refugio, pero cómo de tanto en tanto cae dentro de la misma alguna piedra, que obtura la misma, la van cortando. Por eso ahora hay que caminar.
Tomamos un té caliente.
Preparamos el equipo para el día siguiente. Suerte que Roberto llevó una pinza, nos habíamos olvidado de ajustar los grampones a nuestras botas.
Cenamos. Calamares en su tinta (Lata), chorizo seco, pan, sopa de zapallo, naranjas frescas, y té.
Preparamos las bolsas de dormir y cerca de las 20 hrs. nos metimos en las mismas.
El refugio es grande. En condiciones de uso normales puede albergar a unos 20 andinistas, pero si son malas, todos los que puedan entrar. Encontramos velas, bidones con agua, comida, elementos de limpieza, un barril para la basura. El piso es de cemento alisado y las paredes de poliuretano ( de 4 cm de ancho ). Se vive muy bien allí adentro. No usamos abrigo.

Duerme, duerme,
Es muy de noche,
Duerme;
mañana al alba
te levantarás.
Canción para dormir. Felix Manquel. Mapuche.

Ya estaba bien oscuro. Afuera también. Estaba el cielo muy nublado, y el viento soplaba fuerte.
Dentro de nuestras bolsas, estábamos los tres. Espié la hora, las 21.
Miré de reojo a Leticia, parecía dormir, pero yo sabía que estaba despierta. Seguramente estaba rogando. Miré para el lado de Flores, que estaba más lejos y oblicuo a mi posición, no logré verlo, pero me pareció que murmuraba algo.
Creo que me dormí. No se cuanto tiempo había pasado, y........
Pasos afuera?
No, debe ser el viento.
Pasos!!!, si se escuchan fuertes y claritos........me levanto un poco de costado, mirando para donde dormía Leticia. Estaba quieta, había prendido la linterna chiquita, que siempre lleva (Esa que a los inspectores nos regalaron, en no me acuerdo que Seminario) y le resaltaban sus negros ojos intensamente abiertos.
---Escuchas........le dije bajito
---Si, son pasos, ya han dado vuelta al refugio varias veces.
---Ah....entonces los escuchaste antes que yo.
---Si, lo que pasa es que no puedo dormir.
---Pero te vi muy quietita.
---Es para no molestarlos.
---Que hará Flores?
---Escucho.
Caramba...........también esta despierto. Que estará sucediendo?
Se volvió a escuchar unos cuantos pasos, dirigiéndose hacia la entrada del refugio, se frenaron, y la puerta fue tanteado, como en un intento para abrirla........
Rápidamente Flores se levantó, prendió su linterna, y se dirigió hacia la puerta, mientras me decía :
---Deben ser algunos deportistas, que han salido tarde de Junín.........
Expectativa. Para mi Flores no creyó lo que dijo!!!!!
Abrió la puerta y un fuerte viento frío entró.
---Hay alguien allí?
Nada
---Entren, hay lugar!
Nada
Cerró Flores la puerta, y está vez le puso unas vueltas de alambre.
---Para que tranca la puerta Roberto.
---Porque si quieren entrar, nos da tiempo de saber.......
---Quien quiere entrar.
---Ellos.
---Quienes?
---Duerman, está todo bien.
Y nos venció el sueño.

Levántese,
Levántese, hermano.
Que no lo venga a pisar
El poncho amarillo.
Viene alumbrando el lucero.
Ya cantan los pajaritos.
Ya viene la madrugada
Y lo van a encontrar durmiendo.
Que está curao,
pero que se levante,
hermano.
José Cayunao. Aucapán. Neuquen.
Poncho amarillo = El Sol
Curao = Borracho.

Ya son las 3.30 hrs. Casi me levanté al mismo tiempo que sonó la alarma. Enseguida lo hizo Leticia.
---Nena, y Flores?
---Afuera.
---Habrá ido al baño. Yo también voy.
Flores estaba revisando los alrededores del refugio, ahora estaba mirando el tacho de la basura.
---Que busca?
---Si encuentro alguna huella de animal.
---Por los pasos de anoche?
Silencio.
---Encontró algo?
---Nada.
---Era gente, entonces?
---No
---Y?
---El Pillán. (El Pillán, es una veleidad que vive en los volcanes. Es el alma de un muerto que mora en un cerro o volcán. Puede ser un espíritu benéfico o maléfico.)
Toda la tierra es una sola alma
Somos parte de ella.
No podrán morir nuestras almas
Cambiar si que pueden
Pero no apagarse
Una sola alma somos
Como hay un solo mundo.
Canción. Cacique Abel Kuruuinka. Neuquen.

Recién luego de unos minutos me di cuenta: Que noche. Ninguna nube. Nada de viento. Estrellado por donde uno miraba. Un hermosa luna llena, brillante y limpia, no dejaba que uno prendiera la linterna. Parecía de día, pero con una luz azulada. Enseguida miré la cumbre. Sin honguito. Iríamos para la cumbre, nos pusimos muy felices, pero............
Leticia se acercó y tomados de la mano, fuimos a ver............lo que teníamos que ver.
Nos acercamos al borde del precipicio y dirigimos nuestras miradas hacia el punto que sabíamos. Flores nos miraba absorto. Doblamos la mirada hacia la derecha, justo arriba de los picos de los cerros que dan para Junín de los Andes. Nada.
---Flores, hace tres años, para ésta misma fecha y hora, la luna estaría igual que hoy?
---Si (Estaba serio, el hombre, y no se asombró por la pregunta)
---Siempre para esta fecha la luna está así de grande y blanca?
---Si
---Que buscan, donde miran?
---El disco rojo.
---Hoy no lo necesitan.
---Cómo?
---Vamos se nos hace tarde, el hielo hay que transitarlo antes de las 13, después se vuelve peligroso.
Nos calzamos los grampones, y con cuidado nos acercamos a la lengua de hielo más cercana del glaciar.
Empezamos la subida.
A los veinte minutos, Flores se detiene y avisa,
---Rodeen por la izquierda ese lugar, hay grietas.
---Enséñenos.
Toma la piqueta y con enérgicos golpes hace un agujero de unos quince centímetros de diámetro, sobre una insignificante rayita grisasea. Truenos, debajo se abrió un enorme agujero, que a pesar de alumbrarlo con mi linterna, no se podía ver el final.
--- Ese es el peligro de las grietas, uno si no sabe no las ve y si uno se cae no sabe hasta donde se deslizará por debajo del hielo.
Seguimos. Ya estábamos acordonados. Primero Roberto, a unos 5 metros de cuerda yo y a otros 5 metros Leticia.
A pesar de mi entrenamiento de los cinco meses anteriores, una hora todos los días en la cinta, no les podía seguir el ritmo. Los frenaba. Leticia ya llevaba un par de años entrenando para hacer el Aconcagua y además corría carreras pedestres, llegando a correr la media maratón de Buenos Aires, y cubriendo con más de 15 premios todo lugar plano de nuestro living. Para Flores iba a ser su cumbre 99, civil, no recordando cuantas cumbres militares había hecho. El puede hacer cumbre en cuatro horas y media, saliendo desde la base. Que bestia.
Se nos estaba haciendo tarde. Flores estaba preocupado, porque no le agradaba la idea de tener que bajar después que el sol calentase el hielo, por la inestabilidad que este sufriría.
Pero igual seguimos.

Pasamos unos penitentes, que tuvimos que atravesar en molestos zigzag, que apenas nos hacían tomar altura.
Para ese entonces ya volvían de la cumbre una pareja de australianos, que en inglés nos dieron aliento, y en raro castellano, los saludos de rigor. Y por detrás un guía y su guiado, que velozmente nos daban alcance y nos pasarían pocos minutos después.
Llegamos a la precumbre, cuando volvían los dos últimos.
---Vamos c......... todavía. Vamos que faltan 200 metros.
Seguimos en silencio.
A las trece horas y veinticinco minutos del 12 de marzo de 1998, loos tres, hicimos cumbre, en el Volcan Lanín.

---Flores, me puedo llevar unas piedras de la cumbre?
---Si.
---No le faltaré el respeto al volcán, ni estaré molestándolo?
---No, ya es su amigo.

Es fantástica la vista desde cualquiera de los 360 grados en que se mire.
Se puede observar el monte Tronador, para el lado de Chile unos siete u ocho volcanes totalmente nevados, entre ellos el Villarrica, los lagos Tromen, Huachulafquen, Paimun, Escondido, y allá a lo lejos y hacia el oeste, la línea demarcatoria entre la tierra y el océano Pacífico.
En estos momentos en que escribo estas líneas, necesariamente tengo que hacer un corto, porque mis lagrimas, han brotado de mis ojos, caen sobre el teclado y no me dejan ver la pantalla. No se imaginan la media hora con que disfrutamos nuestra cumbre.
Apenas tocamos la cruz, nos abrazamos con Leticia, luego de unos minutos se sumó al abrazo Flores. Cuando nos separamos los tres disimulamos las lágrimas que corrían por nuestros ojos.
Sacamos los atributos que íbamos a dejar en la cumbre, una par de banderines, como testimonio de la misma, y cumpliendo con la más rigurosa tradición, estampamos nuestras firmas, lo colocamos sobre la cruz y brindamos con ginebra.

Bajamos. A las 15 hrs. estábamos en el refugio, tomamos un merecido té, acomodamos las mochilas, ordenamos y barrimos el piso, cerramos la puerta, salimos.
Nos topamos con la noche haciendo la espina. La luna nuevamente alumbraba el camino, sin tener que hacer uso de las linternas.
Por allí Leticia pisó mal, y se lastimó una rodilla. Flores enseguida cargó son su mochila. Llevó la suya a las espaldas y la otra al frente. Le brindó una mano a Leticia y la fue guiando en la bajada.
Ya estábamos muy cansados, pero atentos, por la zona que estábamos transitando.
Y el volcán se quiso despedir.
Llevábamos caminando más o menos una hora, cuando observe que a mi izquierda, tal vez a unos cinco o seis metros de distancia, nos seguían dos luces, difusas, fluorescentes, con forma de globo, de cómo uno o dos metros de diámetro, ora verdes, ora azules..
No dije nada, pero de reojo y disimuladamente, las tenía vigiladas. (o tal vez sería al revés).
En verdad, también tanto Leticia cómo Flores, las habían visto.
Repentinamente, Flores detuvo su marcha, y nosotros detrás de él.
---La ven?
---Si (Ambos Leticia y yo).
---Rodolfo, tiene la linterna a mano?
---Está en el bolsillo de mi mochila.
---Sáquela.
---Listo (Igualmente tardé una enormidad)
---Alumbre para las luces......
Nada.
---Sigamos, pero tenga la linterna a mano y alumbre hacia “ellos”, cuando yo le diga.
Seguimos bajando.,
---Quienes son “ellos”?
---Suelen ser mochileros, que por falta de plata o porque los refugios están llenos acampan por cualquier lado. Si los vemos les decimos que salgan, dormir allí es peligroso.
---Flores, hace media hora que nos siguen, no están durmiendo!
---Ah, ya lo habían visto.
---Que es o quienes son?
---Ustedes ya saben........no hagan preguntas.
Seguimos. Se nos acercaron más las dos luminiscencias. Flores se detuvo.
---Ahora, ilumine.
Lo hice rápidamente pero no se veía nada. Al enfocar con la luz de la linterna, desaparecía todo rastro.
---Sigamos.
No preguntamos ni nos dijimos más nada. Por mi parte entendí perfectamente.
Mentalmente me fui despidiendo de ellos, nos veríamos nuevamente, seguro. Ya éramos amigos. Me sentí montañista y por sobre todas las cosas, andinista.
Llegamos a la base a las 21 hrs. Nos despedimos.

Al día siguiente nos fuimos a Junín de los Andes.
Por la noche, al único restaurante que está sobre su plaza principal.
Leticia ---Truchas asadas, al champigñon
Rodolfo ---Truchas asadas, a la crema
---Para tomar.
---Cerveza
---Señor, algo más.
---Café
---La cuenta por favor.

No intentamos más subirlo, pero siempre que pasamos cerca, Lo Saludamos.
Y a todos ellos.
Y también a Flores.
Y por la noche:
Leticia ---Truchas asadas, con..........
Rodolfo ---Truchas asadas, con.........

Hicimos cumbre. Ese era el objetivo? No, nunca fue el objetivo hacer cumbre.
Ninguna de las tres veces que quisimos intentarlo, lo era.
Ellos nos lo hicieron saber.
Leticia y Rodolfo que lo vivieron completo, Flores que nos acompaño y guió.



La montaña nos deja disfrutarla, siempre que la respetemos.
No suban pensando que pueden, primero pídanle permiso, después lleven todo el equipo, siempre pensando en lo más difícil, y contraten un guía..


Rodolfo

PD. Los textos mapuches, son del libro Cuentan los Mapuches, de César A. Fernández.

NOTA 7/2022: Roberto ya no está en nuestro mundo, hace unos años se nos fue a vivir en el "volcán", el Lanín, que el tanto quería. Hace un tiempo lo visitamos por última vez: El día estaba muy lindo, hasta que estuvimos cerca de él, y empezó a "llorar" y a no dejarse ver. Ambos, Leticia y yo nos dijimos: "algo nos está diciendo", nos fuimos hasta Junín de los Andes, y allí nos contaron, a Roberto se lo llevó una traicionera bacteria..........

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