Trabaje en esa compañía de comunicaciones internacionales, cuya sede se encontraba en un edificio propio y grande, en la esquina de San Martín y Corrientes en la CABA, durante los años 1964/1969.
Trabajaba en la sección “Distribución”, cuya principal función era la de ensobrar los telegramas recibidos y enviarlos a los correspondientes clientes, dentro del ámbito de la Capital Federal.
Allí se trabajaba todos los días del año, en tres turnos los días hábiles y en varios turnos de 4 horas los sábados y domingos. Los que trabajaban los domingos luego tenían un día en la semana franco. Yo trabaje mucho tiempo en el horario nocturno, principalmente los últimos años, ya que estaba haciendo el ingreso a Exactas. Este tenía la ventaja de que el que trabajaba un domingo, al siguiente fin de semana tenía franco, ya que se trabajaba el viernes entre las 22 hrs y las 02 hrs y se volvía a ingresar el lunes a las 22 hrs.
En esa oficina hice todos los trabajos posibles que eran propios de ella, ensobrador (de telegramas), buscador de direcciones inentendibles, despachador, recibidor, telefonista (el conmutador era a clavijas y múltiples llaves y luces, una por cada interno), atención de los mensajeros, y en algunas guardias “encargado”.
No recuerdo los nombres de mis muchos compañeros, pero si recuerdo el de algunos, los cuales eran muy afines a mis pensamientos y formas de actuar. Pascual Re (mi mejor compa) de Villa Bosch pero oriundo de M.H. Alfonzo, pueblo cercano a Pergamino (Bs As), Omar Leyes de San Luis, que se recibió de médico y se retiro de la empresa, Ripari, uno de los tres supervisores que tenía la oficina, muy lagurador y en los turno nocturnos trabajaba como otro empleado, lo que hacia que las tareas sean mejores y más rápidas, el gran ajedrecista De Salvo, al que solamente le pude empatar una partida, de las muchas que jugamos, en nuestras horas de merienda nocturnas.
Durante el último año trabaje haciendo horas extras (dos o cuatro horas, según la ocasión) en las máquinas de télex, principalmente en el circuito con Japón, que habría de 22 a 2 hrs, y que por el horario a trabajar no tenía muchos candidatos!!! Me gustaba mucho, los mensajes venían por dos vías, una la del pacífico y otra la del atlántico, y tardaban mucho en llegar, y verificarse los dos canales, como máximo se llenaban 6 renglones por minuto. Lo que mas me gustaba era que mi colega del otro lado del mundo, era accesible y durante las noches y previo a cada comunicación teníamos unos breves instantes para “charlar” algo, usando las palabras propias de nuestro trabajo, que eran internacionales, y no mas de 100 palabras en inglés, pero siempre nuestro trabajo era impecable y sin fallos.
Recuerdo con dejos de “misterio”, las anécdotas de nuestro trabajo, pero también las situaciones vividas, o mejor dicho trabajadas. Recuerdo cuando recibí un telegrama que había sido despachado en Europa CINCO AÑOS ANTES !!!, primero pensé en un error con las fechas, pero luego de realizar todas las necesarias averiguaciones, incluso con nuestro despachante europeo, se llegó a la conclusión que dicho telegrama quedo sepultado en el éter durante todo ese tiempo. Las cosas del “fading” también me fascinaban, principalmente cuando trabajaba con los télex a Montevideo, ya que durante determinados tiempos o días no podíamos tener líneas directas con nuestro vecino país, principalmente por temas de sol, sus manchas y explosiones y la situación magnética del Río de la Plata, similar a un “triángulo de las Bermudas”. En estos casos había que buscar otras vías o circuitos a utilizar. Así que por ejemplo una comunicación Buenos Aires-Montevideo, terminaba siendo Buenos Aires-N. York-México-Pelotas (Brasil)- Montevideo. Genial que yo manejando una simple maquina anduviera paseando? por todos esos lugares. Y había circuitos mas largos y complicados.
Podría seguir........pero por hoy es suficiente.
sábado, 29 de noviembre de 2014
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