Resulto que un hermano de un compañero de trabajo, allá por los años 65/66, (en la EX-TRANSRADIO INTERNACIONAL), se recibe de oficial en el servicio penitenciario nacional y como primer destino es designado en una cárcel del sur del país.
Llegado a la misma y luego de ponerse en situación sobre su trabajo y obligaciones, empieza su trabajo. Por tal motivo le correspondían guardias de cuatro horas todos los días, en distintos horarios, pero por ser primerizo sus primeras guardias fueron nocturnas.
Las cuatro horas eran “largas”, solitarias, aburridas, sin novedades, principalmente porque hacia mucho frío, y nadie andaba caminando por los largos pasillos y tampoco ningún presidiario, quería levantarse, ni asomar su cabeza, entre las pesadas frazadas que disponían.
La pequeña oficina de guardia, contaba con un escritorio tipo mostrador, donde se encontraba el libro de guardia, una salamandra, algunos cuadros oficiales, los elementos de seguridad normales, y un banco tipo de los que se encontraban en las plazas, como de dos metros de largo, de madera.
En su primer día de nocturna guardia, se presenta en horario, en la citada oficina, y su antecesor le explica todo sobre su función, verbalmente, le informa como abrir y cerrar su guardia dejando registrado en el voluminoso libro sobre cualquier novedad. Pero le advierte solemnemente: Está prohibido sentarse en el banco en el horario de guardia.
Y así pasaron sus noches de guardia, largas, frías, silenciosas, sin novedades, y siempre parado las cuatro horas. Y mirando el largo banco vacío, pintado de verde, y sin ningún rayoncito que denotara algún uso!!!, pensó: “para que hay en una oficina de guardia un hermoso banco, verde, grande, invitando a sentarse y pasar algunas de las cuatro horas de guardia cómodo, tal vez leyendo algún libro o tomando algo caliente....si está prohibido sentarse en el mismo???”. Y así siguieron las guardias nocturnas.
Una noche, ya sin saber que hacer y parado al lado del alto escritorio, se puso, de aburrido, a leer las novedades escritas por sus colegas, en sus guardias, en el voluminoso libro.......lo que más encontró fue “inicio de guardia sin novedad” y “fin de guardia sin novedad” y alguna que otra leyenda sobre algún incidente menor, nada grave o muy importante.
Pero hacia mucho frío, y siguió leyendo. Pasó a un tomo anterior, y al anterior.......y cuando llego al tercer libro anterior, se encontró con una novedad importante, pero graciosa, un oficial escribió la siguiente orden:
“No sentarse en el banco, recién pintado!!!!”.
Y el siguiente oficial volvió a colocar la misma frase:
“No sentarse en el banco, recién pintado!!!”
Pero el tercer oficial, que siguió ese día en la guardia, indicó:
“La orden del día es: no sentarse en el banco!!!”
Y así fue quedando, pasando a olvido, la parte de “...recién pintado...”
Y desde entonces, y ya habían pasado cuatro años, nadie en las guardias se sentó en el banco.
Por suerte a partir de la nueva guardia, todos pudieron hacer uso del cómodo banco......
sábado, 29 de noviembre de 2014
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario