sábado, 16 de mayo de 2009

CAMINATA A CONFLUENCIA_ACONCAGUA FEB 2002


Llegamos, con Leticia, mi esposa, a la ciudad de Mendoza, por la mañana, y directamente fuimos al Parque Gral. San Martín, dentro del cual se encuentra la oficina provincial que emite los permisos para ingresar al Parque Provincial Aconcagua. Nos registramos para realizar un trekking largo ( permiso por 7 días, a un costo de $15, para argentinos).

Seguimos luego de adquirir provisiones en un supermercado del Gran Mendoza hasta Potrerillos, donde acampamos en el camping del ACA. Al día siguiente partimos hacia Uspallata, donde nos quedamos otro día, que aprovechamos para visitar el cerro de los Siete Colores, a unos 7 Km. de ésta, por el viejo camino de ripio a Mendoza. Al día siguiente nos fuimos para el Parque Provincial Aconcagua, donde luego de presentarnos al Guardaparque, por la entrada de Horcones, registrar nuestro ingreso, retirar las bolsas para bajar los residuos, preparamos nuestra carpa delante de la casa de la seccional. Realizamos, ya entrada la tarde, una caminata hasta las tres lagunas de Horcones, que se encuentran a unos 500 metros de la entrada, merendando sobre las ruinas de un antiguo depósito de municiones del ejercito del Gral. San Martín. Mientras tomábamos unos matecitos, teniendo a nuestras espaldas al imponente Centinela de Plata, una gran cantidad de pequeños pajaritos nos rodearon, demostrándonos una falta de miedo total, y estimulando nuestros sentidos con hermosos trinos, que aprobamos con abundantes miguitas de pan y galletitas. Dimos un rodeo por detrás de las lagunas, considerando donde se encontraba nuestro campamento, para tratar de lograr la mejor adaptación a la altura, regresando a la carpa cuando cerraba la noche; todavía teníamos que cenar. A las 21 hrs nos fuimos a dormir.

Nos levantamos temprano, desayunamos, levantamos la carpa, y enseguida nos vestimos de “montañistas”, colocándonos abundante protección solar sobre la piel expuesta. Enseguida preparamos las mochilas, que estaban en los 18 kilos cada una. Mientras Leticia preparaba las porciones de comida para el viaje, yo fui a cargar las cantimploras. Todo lo que nos sobraba y la ropa de “ciudad”, quedó en el Gol, al que ya le había colocado protectores en el parabrisas y la luneta, quedando el mismo en el estacionamiento de la entrada, junto con otros vehículos de excursionistas.

Al costado del estacionamiento, mirando hacia el “coloso de América”, se encontraba el helicóptero de Gendarmería, único en la zona, para abastecimiento y rescate. Su mecánico limpiaba del polvo nocturno todos sus mecanismos expuestos al viento, mientras el piloto cargaba combustible, preparándose a partir cuando el sol calentara más la zona, a los efectos de obtener de las “térmicas”, un mayor sustento, necesario para volar sobre los 4000 metros sobre el nivel del mar. Desde el día anterior sus vuelos eran constantes, dado que se encontraba en operaciones de búsqueda y rescate de un andinista mendocino, del que no se tenían noticias y que intentaba realizar la travesía Plaza Argentina – Plaza de Mulas.

A las 9.00 hrs., partimos, luego de avisar al Guardaparques de turno. La primera hora caminamos en silencio, tratando de hacer pasar lo más rápido posible, el necesario período de adaptación a la altura, a nuestro equipo, principalmente mochilas y calzado. Yo no encontraba el ritmo, y Leticia, más entrenada, tenía que menguar su ritmo, para adaptarse al mío, cosa que aunque parezca mentira, es más agotador. Yo estaba sufriendo en demasía, y cada vez me costaba avanzar más, me puse muy nervioso, y eso hizo que no le prestara la correspondiente atención a la hidratación, hay que tomar unos seis litros de agua por día. Además me empezó a doler mucho la espalda. Luego de una hora y 45 minutos llegamos al puente colgante del río Horcones, conocido cómo puente Pitt, ya que fue construido y donado por el equipo de filmación de la película Siete Años en el Tibet. Leticia ya había llegado, y por su mirada, comprendí que estábamos muy mal en tiempo. Esa distancia se hace generalmente entre treinta y cuarenta y cinco minutos ¡!!!.

Descansamos. Comimos algunas frutas secas y unos caramelos ácidos. Yo seguía empecinado en no tomar agua, y no me daba cuenta. Esto en definitiva fue el factor que nos hizo regresar dos días después.

A partir de éste punto, y viendo que no avanzábamos lo suficiente, nos empezamos a descontrolar más, ahora los dos estábamos haciéndolo muy mal. Pero seguimos. Pasado el mediodía, estábamos parando demasiado, cada vez más veces. A esa altura Leticia tuvo un problema físico, sufriendo una descompensación. Luego de unos minutos, y por primera vez durante el recorrido, cambiamos ideas y analizamos la situación, habíamos avanzado muy poco en las ya más de cuatro horas caminadas, y no sabíamos todavía si podríamos llegar al Campamento de Confluencia, nuestro destino, antes que se vaya el día. De noche es muy peligroso caminar por la zona, ya que si bien el sendero está muy marcado, pasa al costado del cañón del río Horcones, que en algunos tramos debe tener casi cien metros de profundidad. Para colmo el problema de Leticia, nos hizo asustar bastante. Decidimos seguir media hora más, y ver si llegábamos al desvío del sendero hacia la derecha, desde donde no se transita más sobre el cañón del río, y allí volver a considerar que haríamos. Parece ser que el “intercambio” de ideas dio sus frutos, porque antes que nos diéramos cuenta llegamos al desvío protector, o sea un lugar que si bien no hay agua, se podría acampar en casos de emergencia, ya que está protegido por el cordón que separa el sendero del cañón del río. Seguimos ya con más ritmo y mejores ganas, teniendo ya la certeza de que podríamos llegar a Confluencia.

Hacia unos 20 minutos que caminábamos por esta parte del sendero, cuando se escuchó, no muy lejos un estruendo que se acercaba rápidamente hacia nosotros. Leticia con más experiencia, ya que anteriormente se había topado con éste ¡problema!, me grito “Mulas, rápido hacia arriba de la montaña”.......no terminé de subir unos dos o tres metros, cuando unas 20 o 25 mulas se aparecieron a una velocidad de caballos de carrera...........”Es que cuando bajan van así de rápido, porque saben que abajo esta su comida”..........las guiaban tres arrieros a caballo. Saludos y a seguir. Pero ya estaba preparado a trepar, por las dudas..... no pasaron más que veinte minutos y ya estaba nuevamente trepando por la montaña.......otra tropilla. “Es la hora en que siempre bajan”, dijo Leticia. “Estamos cerca”. Lo dijo simplemente pero para mí fue una bendición, así que me acomodé la mochila y a trotar más rápido, parecía que todo el cansancio y todos los dolores me habían desaparecido.

Zas, un subida. Y que empinada. Ya estaba protestando, cuando escucho a Leticia, “Pasando la cuesta, está Confluencia”. Adelante. Que alegría. Que nuevos impulsos. Casi ni me día cuenta que llegábamos a lo mas alto de la cuesta. Leticia ya estaba allí. Con una sonrisa inmensa, y mostrándome con su mano extendida, allí abajo a nuestro alcance el tan ansiado campamento. En diez minutos llegamos, y luego de avisar a la Guardaparque, tan rápido que seguramente no nos entendió, nos fuimos para el lugar de acampe, y en el primer lugar que encontramos desocupado, tiramos las mochilas, nos abrazamos y besamos y mandamos al cielo unos gritos grandiosos. Casi todos los acampantes nos dieron su muestra de alegría, algunos con algunos aplausos otros con su hosquedad de montañistas, fuimos los últimos en llegar ese día, pero llegamos. Tardamos seis horas y media, pero por el estado de mis piernas y espalda, debieron haber sido muchas más.

Desde el centro del campamento Confluencia Inferior, se observa la carpa-oficina-cocina de los guardaparques y la quebrada, al fondo a la derecha, por donde continua el sendero al campamento-base Plaza Francia ( 5 horas de marcha sin mochila ), y sobre la izquierda, arriba de la carpa tubular, se puede observar el trazado de la senda al campamento-base Plaza de Mulas ( 11 horas de marcha con mochilas ).-

Instalamos nuestra carpa. A la derecha, de la misma, hicimos un pequeño fogón para colocar el calentador de altura. Colocamos una piedra cuadrada al lado del fogón. Que usaremos como mesa.

Al día siguiente todavía no me había recuperado. Recién al mediodía empecé a orinar bastante normalmente. Pero mi presión arterial se mantuvo arriba de los 15-11. Por tal motivo decidimos quedarnos en Confluencia y tratar de recuperarme y de hidratarme al máximo. Ya por la noche anterior había tomado cerca de tres litros de agua. Leticia se encontraba muy bien de salud. Fue su primera experiencia en la montaña luego de su importante operación del año anterior. Su principal problema fue su hombro izquierdo y brazo del mismo lado, ya que al perder la conexión de todos sus ganglios, en la operación de mama, usó la correa de la mochila muy floja, esperando menor presión, pero le percutió la piel..

Pero el hecho de quedarnos en Confluencia, descansando, no implicaba no conocer la zona. Así que realizamos dos caminatas, una por la mañana, para recorrer el campamento de Confluencia Superior, que se usó hasta el año pasado, siendo reemplazada por el actual, a los efectos de dejar “descansar” esa zona, principalmente los espacios usados durante los últimos 100 años como baños, la zona de los restos geológicos y paleontológicos, y dejar que la naturaleza realice su lento trabajo de “limpieza”.

Para llegar hasta el mismo, aunque sin poder ingresar por estar prohibida la entrada, hay que cruzar dos puentes primero sobre el río Horcones Inferior y luego sobre el Horcones Superior. Bueno el lugar se llama Confluencia, porque unos metros más abajo ambos ríos se unen. En realidad en un solo río que baja generado en el Aconcagua por el glaciar de los Horcones.

En ésta caminata pudimos ver una hermosa y grandiosa caída de agua, que nace unos doscientos o trescientos metros más arriba de Confluencia Superior, y un poco más al sur, y que termina de caer sobre el río. Cómo Confluencia Inferior no tiene agua, ambos ríos Horcones bajan agua de deshielo, pero cómo su caudal es muy fuerte arrastran mucho sedimento, por lo que para tomarla habría que filtrarla, por lo que no se saca agua del río, entonces Confluencia Inferior es surtida del vital líquido mediante una larga manguera que cruzando por sobre los cañadones, llega hasta la vertiente de la cascada. O sea que nuestro campamento posee Agua Corriente, pero pura ¡!!!!!!.-

La otra caminata, fue por los alrededores del campamento, por la tarde. Fuimos unos metros por el sendero hacia Plaza Francia, y regresamos rodeando nuestro campamento por el sur, hasta casi llegar a la confluencia de los ríos, donde se encuentra el helipuerto, un círculo plano, rodeado de piedras pintadas de blanco, con la manga característica.

Por la noche decidimos no seguir y regresar, si en la medición del día siguiente no bajaba mi presión. Y no bajó nomás, así que levantamos el campamento y regresamos.

Cómo la fecha coincidía con el fin de la temporada, las carpas de los operadores fueron desarmadas, y una tropilla de mulas ya se encontraba cargando todo, cuando nosotros nos despertábamos.

Nos despedimos de la guardaparques, que también regresaba, porque ese mismo día había llegado su relevo. Y emprendimos el regreso a Horcones. Parte de la ruta de regreso fuimos acompañados por la nombrada y un matrimonio, también de veteranos, que habían llevado arriba las cenizas de un hijo fallecido, y que cómo amante de las montañas, había pedido descansar en esas alturas.

El regreso fue cómodo y dentro de los tiempos normales de bajada. Ya en Horcones, y previo realizar los trámites correspondientes al regreso y de entregar nuestras bolsas de basura, nos encontramos con Alejandro Ramdís, uno de los mayores referentes de las escaladas del Aconcagua, que ya conocíamos.

Nos subimos al Gol y emprendimos el regreso, no sin antes prometernos volver.............

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