Esto sucedió hace muchos años. Un compañero de mi trabajo, conocido por
alguno de sus dos apodos: Joe Tenedor y/o Mortadela, estaba haciendo un
recorrido por el interior sur de la prov. de Entre Ríos, al mando de su moderno
Fiat 1500.
Iba por un camino rural, de tierra/ripio, cuando recordó que su esposa le
había pedido que llevara a su vuelta una docena de huevos de “campo”, esos de
buenas ponedoras y de alimentos naturales.
A un ritmo tranquilo, manejaba, y se ocupaba de ver alguna entrada a un
campo, para poder complacer a su esposa.
Tranquera abierta, casa rural cerca de la entrada. Hermosas gallinas
picoteando por el campo. Acá es el lugar. Entró y enseguida un paisano salió a
saludarlo. Charla de bienvenida, preguntas de rigor, y Joe pensó “acá consigo
buenos huevos a un precio mínimo, baratos....”
Señor mi esposa quiere que le lleve una docena de huevos de campo, y al ver
sus gallinas, quiero saber si tendría una docena?
Cómo no, quiere nada más que una docena?
Si.
El hombre de campo fue a un galponcito y volvió con una docena de huevos, de
excelente color, super grandes, y los envolvió en varias hojas de diario.
Acá tiene Señor........
Y cuanto le debo?
María, --llamando con voz fuerte, a su esposa--, traígame La Nación, quiero
ver a cuanto se cotizaron los huevos, ayer, en el mercado Central........
lunes, 17 de octubre de 2016
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