El “jefe” Ramírez, siempre estaba los fines de semana en el predio del camping.
Llevaba un estricto control del ingreso de los concurrentes, dejando constancia en unas fichas de cartón, que ordenaba en un característico cajón de metal, en tres niveles: los ingresos, los que ya habían estado y por lo tanto tenían su ficha y los “expulsados”.
Cuando uno ingresaba anotaba en la ficha los datos del referente del grupo y la patente del auto que ingresaba, además de fecha y hora de ingreso y egreso.
Cuando un cliente llegaba tomaba su ficha, colocaba el nuevo ingreso y colocaba la ficha en el sector de los presentes.
Si era un acampante nuevo hacia la correspondiente ficha.
Pero, si no conocía al nuevo, o no encontraba la correspondiente ficha con un ingreso anterior, lo primero que hacia era verificar por la patente del vehículo, si ese grupo tenía vedado el ingreso.
Eran cerca de las 22 hrs y yo me encontraba en la casilla de ingreso, cuando llega un auto con una familia, de cinco concurrentes. Ramírez no los recordaba entonces pregunta si ya habían estado y la respuesta fue “primera vez”, pero fiel a su estilo, consulta primero en sector de “expulsados”, por apellido no los encuentra pero por numero de patente si. Ese coche y los concurrentes había sido invitados a retirarse en su última visita, por ruidosos, la ficha estaba cruzada con una amplia cruz roja !!!!
Amablemente el Sr. Ramírez le informa a la familia concurrente que no hay más lugar en el camping, sin entrar en detalles ni propiciar discusiones.
Las personas se van a retirar, pero el representante de los ingresantes, solicita permiso para ir al baño, lo que le es concedido. Pero el Sr. Ramírez, un gran observador del comportamiento humano, inmediatamente le llama la atención que la familia desconoce el lugar de los baños y tuvieron que preguntar “donde están los baños”. Eran gente muy pacifica y educada. Cuando vuelven del baño y sin mediar comentarios saludan y se dirigen a su vehículo para retirarse. El administrador llama al referente del grupo y se pone a charlar con el mismo, casi en un tono de leve interrogatorio...........terminado el mismo se invita al visitante a ingresar a la cabina y luego de unos minutos, sonrisas de por medio y en apariencia todos tranquilos y contentos, le buscan una buena parcela y la familia entrante se dispone a armar su carpa y quedarse a disfrutar de un buen fin de semana.
Ramírez regresa a la administración y yo detrás de él, pero también entran varios acampantes, todos conocidos. Ansiosos de conocer el cambio. Luego de un breve silencio, informa:
“Y compraron el auto hace un par de meses, no eran los mismos que tienen vedado el ingreso”.