Esta situación me lo relató un amigo, Camilo, ex del taller Mecar.
Suben en en un puerto de España al barco argentino que los traería a nuestro país. Ellos salían de épocas muy difíciles de guerra. Les tocó un camarote público en la tercera bodega del buque, bien abajo y cercano a las máquinas, con poca luz y aire. Les permitían salir a la cubierta unas pocas horas por día. Era un buque acondicionado para traer inmigrantes. A la salida del puerto y luego de unas pocas horas de navegación, el capitán del buque, al ver el estado de desnutrición de varios de sus pasajeros, ordenó la distribución de grandes sanguches de milanesa. Carne !!!! mucha carne. Al poco rato el capital realiza un recorrido por el buque y ve que ya no se ve más pasajeros comiendo su respectivo bocado. Entonces ordena realizar otra entrega de sus sanguches con abundantes milanesas en su interior. Volvió el capitán a su recorrido y nuevamente no vio nadie comiendo, por lo que estimó que sus pasajeros tenían mucha hambre. Ordenó entonces una abundante cena para todos ellos. Al tercer día hace el capitan otro recorrido, pero este vez porque había sido informado de un “apestoso” olor que existían en los camarotes de los pasajeros. Recorre el buque y no ve nada anormal. por lo que ordena un aseo !!! de todos ellos. Vació una zona de camarotes, mientras los pasajeros se lavaban, el capitán recorre los mismos pero revolviendo las literas y cual fue su sorpresa al encontrar bajo los colchones los famosos sanguches de milanesa, ya casi en muy mal estado, por la falta de aire y el calor……….. La gente los había guardado para épocas nuevas mas difíciles, pensando que la comida en el barco se acabaría muy pronto y tendrían nuevamente mucha hambre. Se ordenó tirar todo por la borda y el capital les habló y les mostró a varios de los pasajeros las bodegas, llenas de alimentos argentinos, como para que todos ellos no sufran de hambre durante todo el viaje……
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