miércoles, 6 de enero de 2010

TREN A LAS NUBES (SALTA)

TREN A LAS NUBES.
Excursión turística SALTA-VIADUCTO POLVORILLAS.
Utilizando el ramal C-14 del ferrocarril General Belgrano.

USTED SE SENTIRA TOTALMENTE DISTINTO LUEGO DE HABER CONOCIDO LA MAJESTUOSIDAD DEL PAISAJE DE ESTA ZONA.  SUS SENTIMIENTOS HACIA ESTE RINCÓN DE LA PATRIA SE ACRECENTARAN AL HABER LOGRADO PENETRAR EN LA GRANDIOSIDAD DE LA NATURALEZA, Y EN LA INMENSIDAD DEL ALMA HUMANA, CAPAZ DE HABER LLEVADO ADELANTE ESTAS MAGNÍFICAS OBRAS.

La ciudad de Salta  fue fundada el 16 de abril de 1582 por el licenciado don Hernando de Lerma, se encuentra emplazada a 1187 metros sobre el nivel del mar.

El Tren a las Nubes es un convoy ferroviario de los llamados de “alta montaña”. Realiza un recorrido de 214 kilómetros desde la ciudad de Salta hasta el viaducto Polvorillas.  Sale a las 7 horas y regresa a las  21 horas, luego de una excursión de 14 horas. Generalmente sus recorridos se realizan de abril a noviembre.

El Tren a las Nubes utiliza  el ramal C-14 del Ferrocarril General Belgrano, construido bajo las ordenes del ingeniero estadounidense Richard Fontaine Maury, entre los años 1921 y 1948, cuando quedó totalmente habilitado. Este ramal une la ciudad de Salta en la Republica Argentina con  Chile. El Tren a las Nubes llega hasta el viaducto Polvorillas, dentro de la provincia de Salta.
Este ferrocarril es el tercero en altura del mundo, el más alto es el que circula en Perú, con 4816 msnm. El primer Tren a las Nubes circuló el 16 de julio de 1972.
Este tren no usa cremalleras, de modo que la sola tracción de la locomotora arrastra a los diez coches integrantes del convoy, formado por una locomotora diesel, un coche equipado con sala de enfermería y cabina central de transmisión informativa, un coche restaurante, un coche bar y siete coches con asientos de primera clase, con capacidad para 520 pasajeros.

El recorrido hasta Polvorillas, de 214 km,  incluye:  29  puentes, 21 túneles, 13 viaductos de hierro, sin barandas, 9 cobertizos, varias alcantarillas, y otros argumentos de la ingeniería ferroviaria, que se convirtieron en la mayor obra de arte para poder atravesar la Cordillera de los Andes, como los dos “zig-zag”, donde el convoy avanza y retrocede varias veces para ganar altura y los dos “rulos”,  que son partes en los que el convoy trepa  y desciende (de una altura).

Alvarado, Cerrillos, Rosario de Lerma (1332 msnm) y Campo Quijano (1520 msnm) son las tres primeras estaciones por las que pasa. A medida que se aleja de la ciudad la vegetación se irá haciendo menos exuberante y las cumbres crecerán lentamente ante nuestros ojos. Es característico de esta zona los cardones, que se encuentran esparcidos,  a una altura media,  sobre los cerros. En la zona de Campo Quijano ya se transita por la Quebrada del Toro, ésta zona es conocida como el “Portal de los Andes”, ya que se ingresa a lo que se conoce como “precordillera de los Andes”. Es una zona donde el tren en su recorrido transita por varios puentes ferroviarios. V. Toledo (1587 msnm)  es otra estación por la que pasa el tren.

Al llegar a la estación El Alisal (1806 msnm), se empezará a conocer por nuestra propia experiencia, esta fabulosa obra de ingeniería ferroviaria, que fue utilizada con posterioridad por ferrocarriles de otros continentes, y que está considerada la mejor obra de ingeniería ferroviaria de montaña, principalmente por su virtud para superar los accidentes geográficos de la zona, casi impensados de poder realizarlos en esa época: En el mínimo recorrido de 889 metros, el tren asciende una altura de 54 metros por medio de un “zig-zag” (Primer Zig-Zag), lo que le permitirá obviar el encajonamiento de la Quebrada del Toro. Una genial proeza ferroviaria, los zig-zag representan avances y retrocesos en continuo ascenso. Terminada la maniobra el zig-zag coloca al tren en una vía paralela superior.  Es increíble como luego de las maniobras, donde la parte trasera del tren se introduce en un túnel curvo y ciego de 88 metros de longitud,  se coloca sobre una tercera vía paralela y al marchar hacia delante nuevamente, se pasa por sobre la estación El Alisal,  donde estábamos al empezar la maniobra.

Continuando por el paraje El Candado, donde estuvo instalado el cuartel general del Ingeniero Maury. Antes de llegar y sobre la izquierda del trazo de la vía se encuentra el cementerio El Panteón, donde se encuentran las tumbas de obreros fallecidos en la construcción del ramal. Por  éste sector del recorrido se transitará por el viaducto Piedra Azul, de 82,60 metros de longitud y 24 metros de alto, luego el viaducto La Platilla, de 52,60 de longitud y 14 metros de alto y por último el viaducto El Candado, de 110 de longitud y 24 metros de alto.  Todos ellos están construidos sobre estructuras de acero y sin barandas superiores, descansando sobre pilares metálicos.

Se llega más tarde a la estación Chorrillos, donde se encuentra el otro zig-zag (Segundo Zig-Zag), que elevará el nivel del tren unos 52 metros. Este sistema le permite al convoy superar la escabrosidad del suelo de esta zona.

Luego se pasa por las estaciones Ingeniero Maury  (2358 msnm) y  Gobernador Solá (2550 msnm). Esta es una zona de notable riqueza mineral que cuenta con minas de manganeso, hierro, plomo y plata.

Luego pasamos por la legendaria Puerta de Tastil (2650 msnm), cerca se encuentra  Santa Rosa de Tastil (3200 msnm), zona de asentamientos diaguitas y preincaicos.  Tastil es uno de los poblados preincaicos de estructura urbana más completa del Noroeste de Argentina por su distribución urbanística y la de sus viviendas. El sitio arqueológico se encuentra en una zona donde casi nunca llueve, rodeado por los ríos Tastil y Las Cuevas, tiene una extensión de 12 hectáreas, y  su recinto albergaba  440 casas, casi todas de un ambiente, con paredes de piedras y techo de pieles, donde en la  época de su mayor esplendor habitaban entre 2000 y 3000 personas.  En los cerros cercanos se conservan unas 4000 piedras grabadas por esta cultura. Los dibujos en las piedras talladas representan los distintos cultos que los andinos ofrecían a sus dioses. Así intentaban dar mensajes a sus divinidades haciendo rogativas y pidiendo fertilidad y abundancia para la tierra.
 Por esta región pasaba una derivación del conocido “camino del Inca”.  En esta parte del recorrido se ingresa a la “soledad”, del lugar denominado Meseta (Estación a 2844 msnm). Y posteriormente a la zona “del laberinto”, lugar de salida del valle y meseta que se acaba de recorrer. En este lugar el pasajero pierde la noción de ubicación y casi no puede reconocer hacia que punto cardinal se dirige el tren. Pasamos seguidamente por la estación Tacuara (3036 msnm).

Rápidamente se encontrará  el tren recorriendo el kilómetro 1255  e ingresando en otro espectáculo de la ingeniería de este ramal, que también hizo historia internacionalmente, el primer “Rulo”, donde la vía pasará sobre sí misma en un desarrollo de curva de 582,25 metros y un radio mínimo de 131 metro, en un ingenioso caracol que permitirá la salida de una profunda hondonada. Desde el punto más alto de éste espiral se podrá observar un panorama impresionante por su belleza y magnitud, siendo éste primer rulo un maravilloso “balcón natural”.

Entramos en el segundo Rulo en el kilómetro 1262, con un radio de 130.92 metros en un desarrollo de curva de 525.44 metros. También se transita por un túnel  de 181.39 metros de longitud.

La nueva escala es la estación Diego de Almagro (3503 msnm). Se encuentra en un valle donde se puede ver una vegetación compuesta por tola-tolas. El “tola” es un arbusto de altura, que se usa fundamentalmente para combustible, aunque también se confeccionan con esta planta las agujas de madera que las mujeres de la zona usan para tejer.
Sigue el recorrido pasando por las estaciones Incahuasi  (3553 msnm), de la cual, a 8 km se encuentra el Yacimiento Arqueológico Incahuasi, Cachiñal, Muñano (3952msnm), en esta zona llamada “Abra de Muñano” es donde se ingresa a la Puna, aquí nos encontramos a una altura de 4050 msnm, y Los Patos (3842 msnm),  llegando a la estación San Antonio de los Cobres, dentro de la ciudad del mismo nombre, rodeada por las sierras de Cobres, cabecera del departamento de Los Andes, nos encontramos a 3774 metros sobre el nivel del mar. Cuando baje del tren mire hacia su derecha y podrá observar el cerro Terciopelo, de color habano y sensación de suavidad. En está zona se encuentra una reserva de mineral de hierro estimado en dos millones de toneladas. La ciudad posee edificación baja, con calles rectilíneas, sin vegetación y rodeada de montañas.  Está construida sobre una desértica cavidad, con su iglesia, su flamante escuela y hostería, y los obradores de las minas, gasoductos y otras industrias de la zona. Los artesanos venden sus productos regionales cuando retorna el famoso tren del Viaducto La Polvorilla,  entonces  se detiene durante una hora en el pueblo.
El tejido es la principal fuente de trabajo de las mujeres en la zona. Es una tarea ancestral que se transmite de generación en generación. Aquí se teje el legendario “barracán”, un tejido grueso hecho con lana de llama o de oveja que se caracteriza por el entramado de colores naturales en el que priman el blanco, el negro y el marrón. El barracán se usa en la confección de trajes, sacos, ruanas (una especie de chal) y tapados.

Continua el ascenso y se llega a Mina Concordia (4144 msnm), donde se encuentra la mina homónima, y en cuya zona se podrá  visualizar las bocas,  de donde se extraían minerales de oro, plata y plomo. Antes de ingresar a la zona de Mina Concordia, se podrá observar hacia la izquierda, el Nevado de Acay, de 6550 metros, también en ésta región se observan los nevados de Chañi y Quera.  (Téngase en cuenta que el techo de la Argentina y de América es el Aconcagua de 6950 metros  de altura). Pasada la estación se ve el cerro Negro, de oscuro color y con un bonete rojo.

Llegando al kilómetro 1350, estamos en el final de nuestro recorrido, el viaducto Polvorillas de 224 metros de longitud y 63 metros de altura. Es el más elevado  de toda la línea y por sus características se ha constituido en uno de los más importantes del mundo. El tren detiene, por varios minutos, su marcha, sobre el  abismo que fabrica el puente.  Fue construido en la década del 30 y consiste en siete tramos de veinte metros de luz cada uno y seis de catorce metros, y tiene la particularidad de ser curvo. La gigantesca estructura metálica pesa 1600 toneladas. Esta es una de las más grandes obras de la ingeniería del mundo que todos merecemos ver y conocer. Luego de una parada para conocer la belleza de la zona y de la majestuosa obra del ser humano, el tren emprende el regreso a la ciudad de Salta. 

Nuestra experiencia en el Tren a  las Nubes.

El servicio tiene una excelente organización, es muy puntual, y cuenta con todos los servicios necesarios para poder realizar su viaje en forma agradable.
Viaja gente de todo el mundo, por lo que dentro de él se podrá observar el comportamiento de diferentes culturas.
Recomendamos llevar la bebida y la comida por nuestra cuenta. Para beber nos resultó muy útil los pack de un litro de jugos de fruta, de cítricos. Llevamos dos litros para cada uno de nosotros. El termo de acero de un litro con agua caliente fue un muy buen complemento (tomamos té). Para comer llevamos un litro de yogur para los dos, doscientos gramos de jamón cocido y doscientos gramos de queso de máquina, pan blando, galletitas dulces. No llevamos nada salado para evitar la sed. Completamos con varias naranjas y bananas naturales.
Es necesario llevar una bolsita de 100 gr de coca fresca, para masticar durante el viaje. Los 4200 metros del viaducto Polvorillas se hace sentir y mucho. Por supuesto asociada la altura con la sequedad del ambiente.

El apunamiento es una consecuencia “natural” del viaje y la mayoría de los pasajeros se sienten mal al regreso del tren, principalmente cuando sale de SA de los Cobres hacia Salta. Hacha las personas ya están muy cansadas y  “molestas” por el hecho de llevar tantas horas sentadas, a pesar que el tren es muy cómodo, además por el desconocimiento de muchos la alimentación que ingieren no es la correcta por lo que muchos presentan descomposturas varias. A esta altura el dolor de cabeza, los oídos que zumban y la falta de equilibrio es casi general, o sea la mayoría de los pasajeros sufren  apunamiento.

Es interesante ver como trabaja el servicio médico del tren  en el regreso. Van un médico y dos enfermeras, poseen dos camarotes amplios en el primer vagón que hacen de consultorio y enfermería uno y el otro de internación. Tiene tubo de oxígeno. El personal del tren ofrece a ésta altura gran cantidad de té de coca, caliente, único remedio para el apunamiento.

En la ida (entre siete y  ocho horas de viaje) los pasajeros se comportan muy “inquietamente”, pasean constantemente por los pasillos del tren, van al bar, al comedor al vagón con techo transparente para filmar, y por sobre todo son grandes consumidores de todo lo que se vende a bordo. Yo tomé un lapso de tiempo de tres minutos entre venta y venta, que se realiza pasando por los vagones, a la típica usanza de los vendedores ambulantes: empanadas, panchos, hamburguesas, bebidas, café, tes, rollos para fotografía, artesanías, etc. ........ todo lo imaginable que una persona pueda  querer, pero principalmente comida.  En el regreso no pasan vendedores, excepto los de bebidas y té de coca, lo único que a esta altura del viaje quieren consumir los pasajeros.
Se nota que casi todos, ya lo único que desean es que se termine el viaje y el tren llegue a Salta. Es indudable que el viaje no es apropiado para pequeños ni tampoco para personas que sufren de presión, mareos y apunamiento.

Fue en el regreso que Leticia y yo disfrutamos más del viaje, ya que por haber ingerido buena alimentación y masticado varias hojitas de coca nos encontrábamos en perfecto estado. En varias oportunidades recorrimos todos los vagones, sacamos muchas fotos y tuvimos la suerte de ver un nuevo paisaje, cuando se perdía el sol del otro lado de los majestuosos Andes.

Muchos se “enojaron” con el resultado de su paseo. Yo creo que es simplemente porque no “entendieron” el paisaje de la puna, el clima, la sequedad del ambiente, el apunamiento, etc.
Si uno sabe cual va a ser “su experiencia”,  las 14 horas del tren pasaran seguramente a segundo plano y rápidamente,  y el viaje se transformará en uno  de los mejores entre todos los que uno puede llegar a realizar.

Hay que entender a esos pobladores de Cobres, que uno observa sin poder llegar a discernir que edad tienen, o a esos chicos que tienen la piel de su cara y manos tan curtida y arrugada como la de un abuelo. Esos pequeños pastores que se observan en el recorrido y que tímidamente esbozan un saludo, que cuidan grandes rebaños de llamas o vicuñas, y que tal vez nunca concurran a una escuela, y que se encuentran tan solos en esa inmensidad donde no se ven sus hogares. Esos que soportan de día calor y de noche tremendos fríos. La falta de agua, del verde de la vegetación.

El viajero se siente virtualmente suspendido en el aire y ante nuestros ojos aparecen, en perfecta armonía, las manos de Dios y del Hombre en medio del sobrecogedor silencio de la Puna.



L. Y R.
Buenos Aires, mayo de 2003.

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